viernes, 10 de mayo de 2013

CABALLO DE TROYA 2 DE LA PAG 91 A LA PAG 120, NUEVAMENTE REGRESAN A JERUSALEN


venir. Cuando hayáis terminado vuestro trabajo en la Tierra, al igual que yo he
concluido el mío, entonces vendréis a mí en la misma forma en que yo me
preparo ahora para ir al Padre.”
Los solapados comentarios de varios de los discípulos evidenciaban que no
terminaban de entender a su Maestro. Pero Jesús, como si no los hubiera oído,
continuó:
“-En muy poco tiempo voy a dejaros... Ya no me veréis en la Tierra, pero
todos me veréis en el tiempo venidero, cuando ascendáis al reino que me ha
dado mí Padre.”
Herida por la tristeza, su voz se vino abajo. Y los once, aunque sin demasiada
decisión, se enzarzaron en una nueva disputa, pujando por desvelar el
misterioso significado de aquellas frases..Jesús de Nazaret les dejó hablar y, al cabo de unos minutos,
incorporándose,
les dirigió unas palabras que, al igual que otras muchas, han sido pésimamente
transmitidas.
“-Cuando os referí una parábola, señalando cómo debéis estar deseosos de
serviros los unos a los otros, os dije también que deseaba daros un nuevo
mandamiento. Lo haré ahora ya que estoy a punto de dejaros. Conocéis
perfectamente el mandamiento que ordena amaros recíprocamente y a vuestro
prójimo como a vosotros mismos..."
Jesús hizo una estudiada pausa.
“-Sin embargo, no estoy del todo satisfecho, incluso con esta sincera devoción
por parte de mis hijos. Deseo que hagáis mayores actos de amor en el reino de
la hermandad de los creyentes. Por eso, he aquí mi nuevo mandamiento: que
os améis los unos a los otros como yo os he amado."
La expresión “como yo os he amado” fue reforzada con una clara elevación
del tono de su voz.
“-Si así lo hacéis, los hombres sabrán que sois mis discípulos.”
Acto seguido, el Nazareno se refirió a algo que tampoco ha sido recogido en
su totalidad. Ni siquiera por Juan, que se hallaba a su diestra.
“-... Con este nuevo mandamiento no cargo vuestras almas con un nuevo peso.
Al contrario: os traigo nueva alegría y hago posible que experimentéis un
nuevo placer, al conocer las delicias de la donación, por el amor, hacia vuestro
prójimo. Yo mismo estoy a punto de experimentar el supremo regocijo (aun
cuando soporte una pena exterior), con la entrega de mi afecto por vosotros y
por el resto de los mortales.”
"Cuando os invito a amaros los unos a los otros, tal y como yo os he amado,
os presento la suprema medida del verdadero afecto. Ningún hombre puede
alcanzar un amor superior a éste: el de dar la vida por sus amigos. Vosotros
sois mis amigos y continuaréis siéndolo si tan sólo deseáis hacer lo que os he
enseñado. Me habéis llamado Maestro, pero yo no os llamo sirvientes. Si os
amáis los unos a los otros como yo os estoy amando, entonces seréis mis
amigos y yo os hablaré alguna vez de aquello que mi Padre me ha revelado.
No sois vosotros quienes me habéis elegido, sino yo. Y os he ordenado que
salgáis al mundo para entregar el fruto del servicio amoroso a vuestros
semejantes, de la misma forma que yo he vivido entre vosotros y os he
revelado al Padre. Ambos trabajaremos con vosotros y experimentaréis la
divina plenitud de la alegría si tan sólo obedecéis este nuevo mandamiento:
amaros unos a otros como yo Os he amado.”
“Si compartís el regocijo del Maestro, debéis compartir su amor. Y compartir
su amor significa que habéis compartido su servicio. Tal experiencia de amor.no os libra de las dificultades de
este mundo. Pero, ciertamente, hace "nuevo"
al viejo mundo...“
A continuación, Jesús de Nazaret pronunciaría unas frases -una de ellas en
especial-, que, de haber sido conocida, quizá hubieran modificado algunos de
los incongruentes conceptos religiosos sobre el “sacrificio”.
“-Recordad: es lealtad lo que yo pido. No sacrificio. La conciencia de
sacrificio implica la ausencia de ese afecto incondicional, que hubiera hecho
de dicho servicio amoroso una suprema alegría. La idea de deber u obligación
significa que, mentalmente, os convertís en sirvientes, perdiendo así la
poderosa sensación de practicar vuestro servicio como amigos y para los
amigos. La amistad trasciende el significado del deber y el servicio de un
amigo hacia otro jamás debe calificarse como sacrificio. El Maestro os ha
enseñado que sois los hijos de Dios. Os ha llamado hermanos y ahora, antes de


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partir, os llama sus amigos. “
El Cristo optó por abandonar su diván. Y, mientras caminaba de un extremo a
otro del salón, les dirigió la siguiente parábola:
“-Yo soy la verdadera cepa y mi Padre, el labrador. Yo soy la vid y vosotros
los sarmientos. Mi Padre sólo pide que deis mucho fruto. La viña sólo se poda
para aumentar la fertilidad de sus ramas. Todos los sarmientos que brotan de
mí y que no dan fruto, mi Padre los arrancará. En cambio, aquellos que lleven
fruto, el Padre los limpiará para que multipliquen su riqueza. Ya estáis
limpios, a través de las palabras que os he dirigido, pero debéis continuar
limpios. Debéis morar en mí y yo en vosotros. Si es separado de la cepa, el
sarmiento morirá. Así como la rama no puede llevar fruto si no mora en la
viña, así vosotros no podéis rendir los frutos del amor si no moráis en mi.
Recordad: yo soy la verdadera cepa y vosotros los sarmientos vivientes. El
que vive en mí, y yo en él, dará mucho fruto y experimentará la suprema
alegría de la cosecha espiritual. Si mantenéis esta conexión viviente y
espiritual conmigo, vuestros frutos serán abundantes. Si moráis en mí y mis
palabras en vosotros, podréis comunicaros libremente conmigo. Entonces, mi
espíritu viviente os infundirá de tal forma que podréis solicitar lo que queráis.
El Padre garantizará nuestra petición. así es glorificado el Padre. Que la cepa
tenga muchas ramas vivientes y que cada sarmiento proporcione mucho fruto.
Cuando el mundo vea esas ramas vivas y cargadas de fruto (es decir, a mis
amigos que se aman como yo les he amado), los hombres sabrán entonces que
sois en verdad mis discípulos. Como mi Padre me ha amado, así os he amado.
Vivid en mi amor, al igual que yo vivo en el del Padre. Si hacéis como os he
enseñado, moraréis en mí y, tal y como he prometido, en su amor.”
Los discípulos seguían sin comprender. El Maestro guardó un par de minutos
de silencio, pero siguió paseando por la estancia, escuchando -como nosotros-.las dispares opiniones de sus
hombres sobre el mensaje de la cepa y los
sarmientos. Finalmente, deteniéndose frente a la puerta, solicitó silencio,
insistiendo una vez más sobre su inminente partida:
“-Cuando os haya dejado, no os desalentéis ante la enemistad del mundo. No
decaigáis cuando creyentes de débil corazón se vuelvan, incluso, contra
vosotros y unan sus manos a las de los enemigos del reino. Si el mundo os
odia, recordad que me odió a mí antes que a vosotros. Si fuéseis de este
mundo, entonces el mundo amaría lo suyo propio. Pero, como no lo sois, el
mundo se niega a amaros. Estáis en este mundo, pero vuestras vidas no deben
ser de este mundo. Os he escogido de entre el mundo para representar el
espíritu de otro mundo. Recordad siempre mis palabras: el sirviente no es más
grande que su amo. Si se atraven a perseguirme, también os perseguirán a
vosotros. Si mis palabras ofenden a los no creyentes, también las vuestras
ofenderán a los sin Dios. Os harán todo esto porque no creen en mí ni en el
que me envió. Por eso sufriréis muchas cosas en nombre de mi evangelio.
Pero, cuando soportéis estas tribulaciones, recordad que yo también sufrí antes
que vosotros en el nombre de este evangelio del reino celestial.”
“Muchos de los que os asalten son ignorantes de la luz del cielo. Esto, en
cambio, no es así para algunos que ahora nos persiguen. Si no les hubiésemos
enseñado la Verdad podrían hacer cosas extrañas, sin caer en la condena. Pero
ahora, puesto que han conocido la luz y se han atrevido a rechazarla, no tienen
excusa para su actitud. El que me odia, odia a mi Padre. No puede ser de otro
modo. Del mismo modo que la luz os salvará, si es aceptada, os condenará si,
a sabiendas, resulta rechazada.”
“¿Y qué he hecho yo para que estos hombres me odien con tanto ahínco?
Nada, salvo ofrecerles la hermandad en la Tierra y la salvación en el cielo. ¿Es
que no habéis leído en la Escritura. ” Y me odiaron sin una causa.””
“Pero no os dejaré solos en el mundo. Muy pronto, después que me haya ido,
os enviaré un Espíritu ayudador. Tendréis entonces con vosotros a uno que
tomará mi lugar. Uno que continuar enseñando el camino de la Verdad y que,
incluso, os consolará.”
“No permitáis que se turben vuestros corazones. Creéis en Dios. Continuad
creyendo también en mi. Aunque yo debo dejaros, no estaré lejos de vosotros.
Ya os he dicho que en el universo de mi Padre hay muchos lugares donde
quedarse. Si esto no fuera verdad, no os hubiese hablado repetidamente sobre
ello. Voy a volver a esos mundos de luz: estaciones en el cielo del Padre, a las
que alguna vez ascenderéis. Desde estos lugares vine a este mundo y ahora ha


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llegado el momento en el que debo volver al trabajo de mí Padre en las esferas
de lo alto.”.“Por tanto, si voy antes que vosotros al reino celestial del Padre, tened la
seguridad de que enviaré a por vosotros para que podáis estar conmigo en los
lugares que fueron preparados para los hijos mortales de Dios, antes de que
existiese este mundo...”
-Extrañas palabras -musitó Curtiss, refiriéndose a los; “mundos de luz"-. Muy
extrañas...
-Sobre todo para aquellos hombres del año 30... -remaché con toda intención.
“Aunque deba dejaros -continuó Jesús ante la lógica incomprensión de los
atentos discípulos-, seguiré presente en espíritu. Finalmente, estaréis conmigo,
en persona, cuando hagáis ascendido hasta mí, en mi universo, así como yo
estoy a punto de ascender a mi Padre, a su universo mayor (1). Y lo que os
digo es eterno y verdadero, aunque ahora no lo comprendáis del todo. Yo voy
al Padre y, aunque ahora no podáis seguirme, ciertamente lo haréis en épocas
venideras.”
Los pasos del Galileo se dirigieron a su diván. Y, una vez reclinado, uno de
los apóstoles se puso en pie, poniendo de manifiesto su peculiar sentido
práctico. Era el pragmático Tomás:
“-Maestro -le dijo-, no sabemos a dónde vas. No conocemos el camino. Pero,
si nos lo muestras, esta misma noche te seguiremos...”
Aquellas palabras resumían a la perfección el desconcierto y el amor de los
once por su rabí.
La respuesta del Maestro no se hizo esperar:
“-Tomás, yo soy el camino, la Verdad y la vida. Ningún hombre va al Padre si
no es a través mío. Todos los que encuentran al Padre, primero me encuentran
a mí. Si me conocéis, conocéis el camino hacia el Padre. Y vosotros me
conocéis porque habéis vivido conmigo y ahora me veis.”
Jesús quedó en suspenso, como buceando en los corazones de sus amigos.
Pero, como se verá a continuación, sus razonamientos eran demasiado
profundos. Tomás tomó asiento de nuevo y, en mitad de un significativo
silencio, sólo se escuchó un lejano intercambio de opiniones entre dos de los
discípulos.
Eran Felipe y Bartolomé. El primero, atendiendo quizá un ruego
---
(1) Al releer estas frases en el diario de mi amigo, el mayor, no puedo resistir
la tentación de recordar al lector uno de mis últimos libros -La rebelión de
Lucifer-, en el que, desde mi punto de vista, se aporta una estimable
información sobre esos “universos” y "esferas de lo alto” a los que se refiere
Jesús. (N. De J. J. Benítez.)
---
o a una sugerencia del segundo, se incorporó y, dirigiéndose al rabí, habló así:.“-Maestro, muéstranos al Padre
y todo cuanto has dicho quedará claro."
El Nazareno replicó en un tono de evidente decepción:
“-Felipe, ¿he estado tanto tiempo contigo y aún no me conoces? De nuevo os
declaro: quien me haya visto a mi ha visto al Padre. ¿Cómo puedes decir
entonces "muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre y El en
mi? ¿No os he enseñado que las palabras que yo hablo no son mías sino del
Padre? Yo hablo por el Padre y no por mi mismo. Estoy en este mundo para
hacer su voluntad y eso es lo que he hecho. Mi Padre mora en mi y actúa a
través mío. Creedme cuando digo que el Padre está en mí y que yo estoy en
El. O, si no, creed al menos en nombre de la vida que he llevado y en nombre
de mis obras.”
Los once, con más buena fe que otra cosa, se enzarzaron en una nueva
discusión. Y nosotros percibimos cómo el Maestro se levantaba de su asiento,
dirigiéndose hacia el lugar en el que se hallaban las vasijas y las jarras de
agua. Escuchamos entonces un chapoteo -como si alguien procediera a
refrescarse el rostro- y, a continuación, las pisadas del rabí, retornando a su
diván. La polémica fue encrespándose y, en mitad de aquel laberinto de voces,
se impuso de nuevo el vozarrón de Simón Pedro. Al parecer se disponía a
lanzarse a la aventura de un extenso discurso. Sus palabras fueron cortadas en
seco por el Galileo.
“-Cuando haya ido al Padre -intervino de nuevo Jesús- y después que Él
acepte el trabajo que he hecho en la Tierra para vosotros y yo reciba la
soberanía final de mi propio dominio, entonces diré a mi Padre: habiendo


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dejado a mis hijos solos sobre la Tierra, de acuerdo con mi promesa, les envío
otro enseñante. Y cuando el Padre lo apruebe, yo vertiré el Espíritu de la
Verdad sobre toda la carne. El Espíritu de mi Padre está ya en vuestros
corazones y, cuando llegue ese día, también me tendréis a mi con vosotros, así
como ahora tenéis al Padre. Este nuevo don es el Espíritu de la Verdad
viviente. Los no creyentes no escucharán sus enseñanzas, pero los hijos de la
luz lo recibirán con agrado y con todo su corazón. Y conoceréis a este Espíritu
cuando venga, de la misma forma que me habéis conocido a mí. Y recibiréis
este don en vuestros corazones y Él morará en vosotros. ¿Os dais cuenta, por
tanto, que no voy a dejaros sin ayuda y sin guía? No os dejaré en la
desolación. Hoy sólo puedo estar con vosotros en persona. En los tiempos
venideros estaré con vosotros y con el resto de los hombres que deseen mi
presencia, donde quiera que estéis y con cada uno al mismo tiempo. ¿No os
dais cuenta que es mejor para mí que me marche y que os deje en la carne para
que pueda estar con vosotros en espíritu?”
“Dentro de unas pocas horas, el mundo no me verá más. Pero continuaréis
conociéndome en vuestros corazones hasta que os envíe al nuevo enseñante: al.Espíritu de la Verdad. así
como he vivido con vosotros en persona, así viviré
entonces en vosotros: seré uno con vuestras experiencias personales en el
reino del espíritu. Y, cuando haya llegado el momento de que esto suceda,
sabréis ciertamente que yo estoy en el Padre y que, mientras vuestra vida está
oculta con el Padre en mí, yo también estaré con vosotros. He amado al Padre
y mantenido su palabra. Me habéis amado y mantendréis mi palabra. así como
mi Padre me ha dado de su espíritu, así os daré yo del mío. Y este Espíritu de
Verdad que yo otorgaré sobre vosotros os guiará y confortará y, finalmente, os
conducirá a toda la Verdad.”
“Os digo estas cosas para que podáis prepararos mejor y soportar las pruebas
que están ahora frente a nosotros. Cuando ese nuevo día llegue, seréis
habitados por el Hijo y por el Padre. Y estos dones del cielo trabajarán
siempre el uno con el otro, al igual que el Padre y yo hemos forjado sobre la
Tierra, y ante vuestros ojos, al Hijo del Hombre como a una sola persona. Este
Espíritu amigo os traerá a la memoria todo cuanto os he enseñado. “
Aquéllas, sin duda, difíciles palabras terminaron por confundir los ya
diezmados ánimos de los discípulos. Nadie replicó. ¿Quién podía asociar la
profundidad de dicho mensaje a las arraigadas ideas de un Mesías político y
libertador del yugo romano? Necesitarían tiempo y la irrupción de ese Espíritu
de Verdad para empezar a vislumbrar la grandeza de lo que Jesús acababa de
anunciarles. Pero no adelantemos acontecimientos.
El caso es que, en medio de tanto silencio y confusión, uno de los más tímidos
apóstoles -el gemelo Judas de Alfeo- se atrevió a levantarse y a preguntar:
“-Maestro... siempre has vivido entre nosotros como un amigo. ¿Cómo te
conoceremos cuando ya no te manifiestes a nosotros, sino a través de ese
espíritu? Si el mundo no te ve, ¿cómo estaremos seguros de ti? ¿Cómo te
mostrarás a nosotros?”
“-Hijitos míos -la voz del Cristo era sumamente cordial-, yo me marcho.
Vuelvo al Padre. Dentro de muy poco ya no me veréis como lo hacéis ahora,
como carne y sangre. Y en muy poco tiempo os enviaré a mi Espíritu, que es
igual a mí, excepto por este cuerpo material. Este nuevo enseñante es el
Espíritu de la Verdad, que vivirá con cada uno de vosotros, en vuestros
corazones. Por tanto, todos los hijos de la luz serán uno. De esta forma, tanto
mi Padre como yo podremos vivir en las almas de cada uno de vosotros y
también en los corazones de los otros hombres que nos aman y que hacen
realidad ese amor, amándose unos a otros como yo, ahora, os estoy amando.”
Por espacio de algunos minutos, Pedro, los hermanos Zebedeo y Mateo se
dirigieron al Maestro, formulándole preguntas sobre el misterioso Espíritu de
la Verdad y sobre su no menos incomprensible partida. Jesús de Nazaret.pasaría a responder a todas ellas en
lo que, evidentemente, era su discurso de
despedida.
"-Os digo todo esto -repitió por enésima vez- para que podáis estar preparados
frente a lo que os aguarda y no caigáis en el error. Las autoridades no se
contentarán con arrojaros fuera de las sinagogas. Os aviso: se acerca la hora en
que aquellos que os maten crean que están haciendo un servicio a Dios. Os
harán todo esto porque no conocen al Padre. Y han rehusado conocerle porque
han rehusado recibirme. Y ellos rehúsan recibirme cuando os rechazan. Os


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cuento estas cosas por adelantado para que, cuando os llegue la hora, como ha
llegado ahora la mía, podáis reconfortaros al recordar que todo me era
conocido y que mi Espíritu estará con vosotros en todos vuestros sufrimientos.
Era con este fin por el que he estado hablando tan claramente desde el
comienzo. Incluso os he advertido que los enemigos de un hombre pueden ser
los de su propia casa. Aunque este evangelio del reino nunca deja de traer gran
paz al alma del creyente, no traerá paz a la Tierra hasta que el hombre se
muestre deseoso de creer en mi enseñanza con todo su corazón, estableciendo
la práctica de hacer la voluntad del Padre como el propósito principal de toda
vida mortal.”
“Y ahora que os dejo, viendo que ha llegado la hora en que estoy a punto de ir
al Padre, estoy sorprendido de que ninguno de vosotros me haya preguntado:
"¿Por qué nos dejas?"”
“De todas formas, sé que os hacéis estas preguntas en vuestros corazones. Os
hablaré con claridad. Como un amigo a otro... “
El silencio se hizo más denso. Señal inequívoca de la expectación despertada
por el Maestro.
“-... Es en verdad provechoso para vosotros que yo me marche. Si no me
fuera, el nuevo enseñante no podría venir a vuestros corazones. Debo ser
despojado de este cuerpo mortal y restituido a mi lugar, en lo alto, antes de
que pueda enviar a ese espíritu enseñante. Y cuando mi Espíritu venga a morar
en vosotros, El iluminará la diferencia entre el pecado y la rectitud y os hará
capaces de juzgar sabiamente.”
El cansancio debía estar haciendo estragos entre sus hombres porque, de
pronto, Jesús hizo alusión a ello:
“-Aún tengo mucho que deciros, aunque veo que ya no os tenéis en pie.
Cuando el Espíritu venga, Él os conducirá finalmente a toda la Verdad,
haciéndoos pasar por las muchas moradas del universo de mi Padre. Este
Espíritu no hablará de sí mismo. Os mostrará lo que el Padre ha revelado al
Hijo e, incluso, las cosas venideras. El me glorificará, así como yo lo he hecho
con el Padre. Él viene después de mí y os revelará mi verdad. Todo lo que el.Padre tiene en este dominio es
ahora mío. Por tanto, este nuevo enseñante
tomará de lo que es mío y os lo manifestará.”
“Dentro de muy poco os dejaré, aunque por poco tiempo. Después, cuando
volváis a verme, yo estaré ya camino de mi Padre. Entonces, incluso, no me
veréis por mucho tiempo.”
Como era de esperar, los apóstoles resultaron nueva y profundamente
confundidos. Y aprovechando el silencio del Maestro, empezaron a
preguntarse unos a otros:
“-¿Qué es lo que nos ha contado?... ¿En breve voy a dejaros y, cuando me
veáis, será por poco tiempo, pues estaré camino del Padre? ¿Qué puede querer
decir con ese "dentro de muy poco" y con el "aunque por poco tiempo", No
podemos comprender lo que nos está diciendo...”
Las respuestas a estas obvias preguntas -fácilmente comprensibles para los
que saben de la resurrección del Hijo del Hombre- no tardarían en producirse.
Pero los fatigados discípulos necesitarían semanas para asimilarlas en su
totalidad.
“-¿Os preguntáis qué quise decir cuando hablé de que dentro de muy poco no
estaría ya con vosotros y que, cuando me viéseis otra vez, estaría de camino a
mi Padre? Os he hablado claramente -insistió Jesús-. El Hijo del Hombre debe
morir, pero se volverá a levantar. ¿Es que no podéis discernir el significado de
mis palabras? Primero os apenaréis. más tarde, cuando estas cosas hayan
sucedido, os regocijaréis con todos aquellos que lo comprendan. Una mujer
está verdaderamente afligida a la hora del parto. Pero, una vez libre del hijo,
olvida de inmediato su angustia ante la alegría de saber que ha traído un
hombre al mundo. Y así estáis: a punto de afligiros ante mi partida. Pero
pronto os volveré a ver y, entonces, vuestra tristeza se convertirá en regocijo.
Y recibiréis una nueva revelación sobre la salvación de Dios. Una revelación
que ningún hombre podrá arrebataros. Y todos los mundos serán benditos en
esta misma revelación de vida, al llevar a cabo el derrocamiento de la muerte.
Hasta ahora habéis hecho todas vuestras peticiones en nombre de mi Padre.
Después de que volváis a verme, también podréis pedir en mi nombre y yo os
oiré.”
“Aquí abajo os he enseñado en proverbios y os he hablado en parábolas. Lo


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hice así porque sólo érais niños en el espíritu. Pero ha llegado el tiempo en que
os hablaré claramente con respecto al Padre y a su reino. Y lo haré porque el
mismo Padre os ama y desea ser plenamente revelado a vosotros. El hombre
mortal no puede ver al Padre espíritu. Por eso he venido al mundo: para
mostrároslo. Cuando el crecimiento del Espíritu os perfeccione, entonces
veréis al mismo Padre.”.Ante nuestro asombro, algunos de los discípulos replicaron con frases como
éstas:
“-Mirad, realmente nos habla con claridad. Seguramente, el Maestro ha venido
de Dios. Pero ¿por qué dice que debe volver con el Padre?"
A pesar de sus reiterados esfuerzos, saltaba a la Vista que no le comprendían.
Aquellos rudos galileos estaban muy lejos de captar el glorioso y esperanzador
sentido de sus palabras. Pero, curiosamente -e invito a los cristianos a que lo
comprueben por si mismos-, ninguno de los evangelistas reconoce esta
humana limitación de sus cerebros en aquellos dramáticos momentos.
Finalizado lo que podríamos calificar de discurso de despedida, el Nazareno se
separó de su diván. Algunos de los apóstoles le imitaron y, durante quince o
veinte minutos, departieron amistosamente, rememorando algunas de las
experiencias de su vida en común. Después, todos ocuparon sus respectivos
puestos.
-Jesús se dispone a impartir los últimos consejos -advertí al no menos fatigado
general.
Pero Curtiss me hizo un gesto tranquilizador. Estaba dispuesto a escuchar
hasta el final.
Cuando los once volvieron a reclinarse en sus divanes, el Maestro, en pie, les
habló así:
“-Mientras permanezco con vosotros, bajo la forma de carne, no puedo ser
más que un individuo en medio del mundo. Pero, cuando haya sido liberado
de esta investidura de naturaleza mortal, podré volver como Espíritu y morar
en cada uno de vosotros y en los otros creyentes en este evangelio del reino.
Así, el Hijo del Hombre se volverá una encarnación espiritual en las almas de
todos los creyentes verdaderos.”
"Cuando haya vuelto a vosotros en Espíritu podré guiaros mejor a través de
esta vida y de las muchas moradas de la vida futura, en el cielo de los cielos.
La vida en la eterna creación del Padre no es un descanso, una ociosidad sin
fin...”
Aún no sé por qué lo hice. El caso es que detuve la grabación, rebobinando
parte de la misma. Curtiss y Eliseo me miraron sorprendidos. Pero no
preguntaron.
“-... a través de esta vida -volvió a escucharse la voz de Jesús- y de las muchas
moradas de la vida futura, en el cielo de los cielos. La vida en la eterna
creación del Padre no es un descanso, una ociosidad sin fin o una egoísta
comodidad, sino una incesante progresión en gracia, verdad y gloria. Cada una
de las muchas moradas en la casa de mi Padre es un lugar de paso, una vida
diseñada para que os sirva de preparación para la siguiente. Y así, los hijos de
la luz seguirán de gloria en gloria hasta que alcancen el estado divino (en el.que serán espiritualmente
perfectos), al igual que el Padre es perfecto en todas
las cosas."
-Dios mío! -estallé sin poder contenerme-. ¿Habéis oído lo mismo que yo? Es
la promesa mas clara y rotunda, no de una, sino de muchas “vidas” en
continua y progresiva perfee.. ción...! Pero ¿qué pueden ser esas “moradas”?
-He aquí otra maravillosa razón para volver -remachó mi compañero,
clavando su mirada en Curtiss.
El general asintió en silencio.
Acto seguido, el Maestro haría una sutil recomendación. Una insinuación que,
cuando se analiza detenidamente, pone en tela de juicio el empeño de muchos
cristianos en imitar en todo al Hijo del Hombre.
“-Si me seguís cuando os deje, poned vuestros más ardientes esfuerzos en
vivir de acuerdo con el Espíritu de mis enseñanzas y con el ideal de mi vida:
hacer la voluntad de mi Padre.
Haced esto en lugar de intentar imitar mi natural vida en la carne...”
“El Padre me envió a este mundo, pero sólo unos pocos han elegido recibirme
en plenitud. Yo vertiré mi Espíritu sobre toda carne, pero no todos los
hombres elegirán recibir a este nuevo enseñante como guía y consuelo de su
alma. Sin embargo, los que lo reciban se verán iluminados, limpios y


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confortados. Y este Espíritu de la Verdad se transformará en ellos en un pozo
de agua viva, manando a la vida eterna.”
“Y ahora, puesto que estoy a punto de dejaros, quiero transmitiros palabras de
consuelo. Os dejo la paz. Mi paz os doy. Y doy estos dones, no como los da el
mundo, por medidas. Doy a cada uno de vosotros todo lo que seáis capaces de
recibir. No permitáis que vuestro corazón se turbe, ni que se muestre
temeroso. Yo he superado al mundo y en mí, todos triunfaréis por la fe. Os he
advertido que el Hijo del Hombre será muerto, pero os aseguro que volveré
antes de ir al Padre, aunque sólo sea por un poquito. Y después que haya
ascendido al Padre, con seguridad enviaré al nuevo enseñante para que habite
en vuestros mismos corazones. Y cuando veáis que llega el momento en que
todo esto ocurre, no os consternéis. Creed. Tanto mas cuanto que lo sabíais
con antelación. Os he amado con gran afecto y no os dejaría, pero es la
voluntad del Padre. Mi hora ha llegado.”
“No dudéis de estas verdades, aunque os halléis dispersos en el extranjero a
causa de las persecuciones o abatidos por muchas penas. Cuando os sintáis
solos en el mundo, yo sabré de vuestra soledad, de la misma forma que
vosotros sabreis de la mía cuando dejéis al Hijo del Hombre en manos de sus
enemigos. La diferencia es que yo nunca estoy solo. El Padre siempre está
conmigo. Incluso en esos momentos rogaré por vosotros. Os he dicho todas
estas cosas para que podáis tener paz y la tengáis abundantemente. En este.mundo tendréis tribulaciones,
pero estad de buen humor. Yo he triunfado en el
mundo y os he mostrado el camino hacia la eterna alegría y hacia el servicio
eterno. No dejéis que se turbe vuestro corazón... ni le dejéis tener miedo. “
Aquellas hermosas palabras pusieron casi punto final a la llamada “última
cena”. Sólo restaba un postrero y emotivo capítulo: el de las despedidas
personales...
Uno... dos pasos. El Maestro fue a situarse frente al diván ocupado por Juan
Zebedeo. Éste se levantó al punto. Y el Galileo, en un cálido y entrañable
tono, le dirigió las siguientes palabras de despedida:
“-Tú, Juan, eres el más joven de mis hermanos. Has estado muy cerca de mí y,
aunque os amo a todos con el mismo afecto que un padre tiene por sus hijos,
fuiste designado por Andrés como uno de los tres que siempre debía estar
cerca de mi...”
Curtiss rogó que detuviera la cinta.
-¿Qué significa esto? -me interrogó, dando por hecho que conocía la
respuesta- ¿De qué designación habla?
Por supuesto, yo tampoco tenía una explicación. La enigmática elección de
Andrés, el jefe de los apóstoles, debía ser un suceso acaecido mucho antes de
nuestra primera exploración.
Ciertamente -como había tenido oportunidad de comprobar en la oración del
huerto de Getsemaní-, Jesús de Nazaret parecía más próximo a tres de sus
hombres que al resto. En otros muchos pasajes de los textos evangélicos -pasajes
siempre de una especialísima trascendencia-, Juan, su hermano
Santiago y Simón Pedro se hallaban siempre muy cerca de la figura del rabí.
Todos los exégetas y comentaristas bíblicos han atribuido este hecho a una
concreta predilección del Maestro por dichos hombres. Al no existir una sola
referencia en los Evangelios y demás Escritos Sagrados a esta específica
designación de Andrés, era lógico suponer que la continua presencia de los
“elegidos” junto al Nazareno tuviera un origen puramente emotivo. Sin
embargo, cuando se conoce y estudia en profundidad la vida y el
comportamiento del Hijo del Hombre, resulta difícil aceptar que el Cristo
hiciera distinciones personales, provocando así hipotéticas y nada
aconsejables situaciones de envidias o celos entre los que le rodeaban a diario.
Aunque en aquellos momentos lo ignoraba todo sobre la aludida designación,
la sospecha de que ésta hubiera sido cosa, precisamente, de los propios
apóstoles y no del Maestro, empezó a ganar terreno en mi corazón.
Y si la elección de aquellos tres galileos obedeciera a un afán puro y simple de
proteger a la persona del Maestro? Esto, al menos en teoría, sí podía encajar
con la forma de actuar del Cristo y, sobre todo, con la general y pacífica
aceptación de: los mencionados “guardaespaldas” por parte del grupo De la.misma forma que Felipe y Judas
Iscariote habían sido nombrados intendente y
administrador de los fondos comunes, respectivamente, los hermanos Zebedeo
y Pedro podían haber tentado también la responsabilidad de la seguridad de su


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líder. Con la excepción del Iscariote, el resto de los discípulos jamás se había
mostrado disconforme con esta permanente “escolta” en torno a Jesús.
Síntoma inequívoco de que habían participado en dicha designación o, cuando
menos, de que daban su aprobación a la decisión de Andrés. quizá ahora, con
el paso de los siglos, cuando las figuras de los apóstoles han adquirido un
natural halo de santidad y elevación espiritual, resulte difícil imaginar a estos
hombres empeñados en la tarea de designar todo un servicio de protección.
Pero, en honor a la verdad, no debemos olvidar que, durante buena parte de
sus vidas, sus reacciones y pensamientos no fueron tan santos como hoy nos
inclinamos a creer. Una buena prueba de lo que digo, por ejemplo, es el hecho
de que fueran armados...
Naturalmente, tanto Eliseo como yo prometimos al general que aquél sería
otro de los misterios a desvelar en nuestro ya inminente “salto” en el tiempo.
Lo que no podíamos imaginar entonces eran las “circunstancias” en las que
llegaríamos a obtener esta información. Pero prosigamos con el “adiós” de
Jesús de Nazaret al joven Juan:
“-... Además de esto has actuado por mi mismo y debes continuar así,
trabajando en favor de los asuntos relacionados con mi familia en la Tierra.
Yo voy al Padre, Juan, teniendo plena confianza en que seguirás velando por
aquellos que son míos en la carne. Cuida que su presente confusión, respecto a
mi misión, de ninguna manera te impida darles toda la simpatía, consejo y
ayuda que, lo sabes, yo les daría si debiese permanecer en la carne.”
“Y ahora, mientras entro en las horas finales de mi carrera en la Tierra,
permanece cerca, a mano, para que pueda dejar cualquier mensaje a mi
familia.”
En esta ocasión fui yo quien interrumpió la grabación. Deseaba que el jefe del
proyecto captara la especial importancia de aquella última frase del rabí.
“... permanece cerca, a mano, para que pueda dejar cualquier mensaje a mi
familia.”
Esto daba cumplida explicación al casi permanente seguimiento de Juan
Zebedeo durante las horas del prendimiento, interrogatorios y crucifixión y
muerte del Galileo. Como ya comenté en otro lugar de este diario, el joven y
audaz discípulo se uniría al pelotón que detuvo al Maestro en las afueras de la
finca de Getsemaní, no separándose ya de El, con excepción de los trágicos
momentos de la paliza durante uno de los descansos en el simulacro de juicio
por parte de Caifás, en el interior de la fortaleza Antonia, en la no menos
dramática flagelación y a lo largo del camino hacia el Gólgota (1)..---
(1) Ver Caballo de Troya, páginas 312 y siguientes. (N. De J. J. Benítez.)
---
Aunque habrá tiempo de comentarlo, nunca pude entender por qué Juan ni el
resto de los evangelistas no refieren estas despedidas en sus respectivos
escritos. En el primer caso, la constatación de la orden del Galileo -pidiendo a
Juan que no se apartase de su lado- hubiera ahorrado múltiples y peregrinas
explicaciones exegéticas sobre las “razones” del Zebedeo para permanecer al
lado del Maestro. Como vemos, las cosas casi siempre son más sencillas de lo
que creemos.
Por lo que respecta a mi obra, puesta en mis manos por Jesús-, está terminada,
con excepción de mi muerte en la carne. Y estoy preparado para beber esta
última copa.
“En cuanto a las responsabilidades dejadas por José, mi padre en la Tierra, así
como yo las he atendido durante mi vida, ahora dependo de ti para que actúes
en mi lugar, resolviendo estos asuntos. Y te he elegido para que hagas esto por
mí, Juan, porque eres el más joven y, por tanto, es probable que sobrevivas a
los otros apóstoles.”
Esta insólita revelación de Jesús de Nazaret-ignorada también por los
evangelistas- venía a corroborar mis sospechas sobre lo anteriormente
expuesto. La designación de Juan como “custodio” de sus asuntos familiares -incluido
el cuidado de María, su madre- no obedecía a razones sentimentales o
de especial simpatía hacia el Zebedeo. Todo lo contrario. A juzgar por estas
palabras del Nazareno, eran de lo más pragmáticas: Jesús “sabía” o “intuía”
que, al ser el de menor edad, su estancia en el mundo de los vivos tenía que
ser más prolongada. Y no se equivocaría. Juan el Evangelista debió fallecer en
la década de los años noventa de nuestra Era. quizá cerca del cien.
“- Una vez te llamé a ti y a tu hermano hijos del trueno. Comenzaste con


99
nosotros con una mente recia e intolerante. Pero has cambiado mucho desde
que me rogaste que hiciera caer fuego del cielo contra los ignorantes e
irreflexivos no creyentes. Y aún debes cambiar más. Tienes que llegar a ser el
apóstol del nuevo mandamiento que os he dado esta noche. Dedica tu vida a
enseñar a tus hermanos a amarse los unos a los otros como yo os he amado.”
Cuando hubo terminado, un incontenible gimoteo empañó el silencio de los
allí reunidos. Juan estaba llorando. Y con la voz entrecortada, respondió:
“-Y así lo haré, Maestro. Pero ¿cómo puedo aprender a amar a mis
hermanos?”
“-Aprenderás a amar más a tus hermanos -replicó solícito Jesús- cuando
aprendas a amar primero a su Padre del cielo y cuando llegues a estar
verdaderamente interesado en el bienestar de todos ellos.., en el tiempo y en la.eternidad. Y todo este interés
humano se ve favorecido con el servicio
generoso, con la comprensión, con la simpatía y con el perdón ilimitado.
Ningún hombre despreciará tu juventud. Pero te exhorto a que siempre la
debida consideración al hecho de que la vejez representa, normalmente,
experiencia. Y nada en los asuntos del hombre puede reemplazar a la auténtica
experiencia. Esfuérzate en vivir apaciblemente con todos los hombres. En
especial con tus amigos en la hermandad del reino celestial. Y recuerda
siempre, Juan: no luches con las almas que podrías ganar el reino.”
Sin poder contener su llanto, Juan procedió a sentarse.
Los pasos del Galileo rodearon entonces su propio diván, en dirección al otro
brazo de la “U”. Pero al llegar a la altura del asiento que había ocupado Judas,
se detuvo. Y permaneció allí, inmóvil y en silencio, durante veinte o treinta
segundos. No hubo comentario o señal que nos permitiese reconstruir el
semblante o actitud de Jesús ante el vacío diván del traidor. (Más adelante de
“regreso” a la Palestina del año 30, Andrés me definiría aquellos críticos
instantes como de “suma tristeza para el Maestro”.
El único pensamiento que cruzó entonces por las mentes de los once fue la
anormal tardanza del Iscariote. “Habían sucedido tantas cosas desde que Judas
desapareció de nuestra vista -añadiría el jefe de los apóstoles- que llegamos,
incluso, a olvidarnos de él.”)
Al cabo de ese breve período de reflexión, Jesús de Nazaret siguió avanzando,
deteniéndose frente al aguerrido Simón el Zelote. Una vez en pie, el posible
miembro o simpatizante del grupo guerrillero, escuchó las siguientes palabras:
“-Tú eres un verdadero hijo de Abraham. Pero cuánto tiempo he tratado de
convertirte en un hijo del reino celestial!... Te quiero y también todos tus
hermanos. Sé que me amas, Simón, y que amas también el reino, pero
continúas intentando que este reino sea de acuerdo con tu gusto. Sé muy bien
que, finalmente, comprenderás la naturaleza espiritual y el significado de mi
evangelio y que realizarás un valiente trabajo en su proclamación. Pero estoy
preocupado por lo que pueda ocurrirte cuando me vaya. Me alegraría saber
que no dudarás. Sería feliz si pudiese saber que, después que vaya al Padre, no
dejarás de
ser mi apóstol y que te comportarás aceptablemente como embajador del reino
celestial.”
El ardiente patriota no dudó en su respuesta:
“-Maestro, no temas por mi lealtad. He vuelto la espalda a todo para poder
dedicar mi vida al establecimiento de tu reino en la Tierra y no fallaré. Hasta
ahora he sobrevivido a todas las decepciones y no te abandonaré.”
Estas manifestaciones del Zelote eran de suma importancia para entender
mejor el grado de frustración de algunos de los seguidores del Galileo,.convencidos hasta el último momento
del papel político y terrenal de Jesús.
Pero tiempo habrá de profundizar en este espinoso asunto, tan escasamente
contemplado por los evangelistas...
Al oír tan vehemente afirmación, el Maestro replicó con cierta crudeza:
“-Es realmente refrescante oírte hablar así en un momento como éste. Pero, mi
buen amigo, todavía no sabes de lo que estás hablando. Ni por un momento
dudaría de tu lealtad o devoción. Sé que no vacilarías en ir adelante en la lucha
y en morir por mí, como lo harían éstos...”
Un murmullo general de aprobación interrumpió las palabras del Cristo.
“-... Pero no se requerirá eso de vosotros. Os he dicho repetidamente que mi
reino no es de este mundo y que mis discípulos no lucharán para llevar a cabo
su establecimiento. Os lo he dicho muchas veces, Simón, pero no queréis


100
enfrentaros a la verdad. No estoy preocupado por vuestra lealtad hacia mí o
hacia el reino. Pero ¿qué haréis cuando me marche y despertéis al fin y os deis
cuenta que no habéis comprendido el significado de mi enseñanza y que tenéis
que ajustar vuestros conceptos erróneos a otra realidad?”
Simón intentó hablar. Pero Jesús prosiguió:
“-Ninguno de mis apóstoles es más sincero y honesto de corazón que tú, pero
ninguno estará tan abatido y perturbado como tú después que yo me vaya.
Durante tu desaliento, mi espíritu morará en ti y éstos, tus hermanos, no te
abandonarán. No olvides lo que te he enseñado sobre la relación entre los
ciudadanos del mundo y la "ciudadanía" de los otros hijos: los del reino de mi
Padre. Medita bien todo lo que te he dicho sobre dar al César lo que es del
César, a Dios lo que es de Dios y a mi lo que es mío. Dedica tu vida, Simón, a
mostrar cuán aceptablemente puede el hombre mortal cumfdir mi precepto
referente al reconocimiento simultáneo del deber temporal para con los
poderes civiles y el servicio espiritual en la hermandad del reino. Si eres
enseñado por el Espíritu de la Verdad, nunca habrá conflicto entre las
obligaciones que impone la ciudadanía de la Tierra y las de ser hijos del
cielo.., a no ser que los dirigentes temporales pretendan de vosotros el
homenaje y adoración que sólo pertenecen a Dios. Y ahora, Simón, cuando
veas finalmente todo esto, te hayas sacudido la depresión y salgas adelante,
proclamando con gran poder este evangelio, nunca olvides que yo estaba
contigo, incluso en toda tu época de descorazonamiento y que continuaré
contigo hasta el mismo fin. Siempre serás mi apóstol y, cuando llegues a ver
con el ojo del Espíritu y sometas plenamente tu voluntad a la del Padre del
cielo, entonces volverás a trabajar como mi embajador. A pesar de tu lentitud
en comprender las verdades que te he enseñado, nadie te quitará la autoridad
que te he dado. Así, Simón, te aviso una vez más: los que luchan con la
espada, mueren con la espada. Sin embargo, los que trabajan en el Espíritu.consiguen la vida eterna en el
reino y la paz y la alegría en la Tierra. Cuando
la misión encomendada a tus manos haya sido terminada en el mundo, tú,
Simón, te sentarás conmigo en mi reino. Y verás realmente el reino por el que
has suspirado. Pero no será en esta vida. Continúa creyendo en mí y en lo que
te he revelado y recibirás el regalo de la vida eterna.”
A continuación, el Maestro se situó frente a Mateo Leví.
“-Ya no te corresponderá cuidar de la caja del grupo apostólico. Pronto, muy
pronto, todos os dispersaréis. No os será permitido disfrutar siquiera del
reconfortante y continuo apoyo de uno solo de vuestros hermanos. Cuando
vayáis predicando este evangelio del reino tendréis que buscar nuevos
compañeros. Os he enviado de dos en dos durante el tiempo de entrenamiento
pero, ahora que os dejo, después que os hayáis recuperado del golpe, iréis
solos y hasta los confines de la Tierra, proclamando esta buena noticia: que los
mortales vivificados en la fe son los hijos de Dios.”
Mateo, con su habitual calma y sentido práctico, preguntó a su vez:
“-Pero, Maestro, ¿quién nos enviará y cómo sabremos a dónde ir? ¿Nos
enseñará Andrés el camino?”
“-No, Leví -respondió Jesús, confirmando así lo que yo ya sabía y que dejé
bien claro en relatos precedentes: la jefatura del hermano de Simón Pedro-,
Andrés ya no os dirigirá en la proclamación del evangelio. En verdad,
continuará como vuestro amigo y consejero hasta el día en que llegue el nuevo
maestro. Entonces, el Espíritu de la Verdad os guiará al extranjero para que
trabajéis por la ampliación del reino. Muchos cambios han sobrevenido sobre
vosotros desde aquel día, en la casa de aduanas, cuando, por primera vez,
empezásteis a seguirme. Pero muchos más deben ocurrir antes de que podáis
contemplar la visión de una hermandad en la que gentiles y judíos se sienten
en asociación fraternal. Pero seguid adelante en vuestras prisas por ganar a
vuestros hermanos judíos. Cuando estéis totalmente satisfechos, volved
entonces con fuerza hacia los gentiles. De una cosa puedes estar seguro, Leví:
has ganado la confianza y el afecto de tus hermanos. Todos te quieren.”
Un nuevo y colectivo murmullo de aprobación, subrayó las últimas palabras
de Jesús.
“-Leví, sé de tus ansiedades, sacrificios y trabajos para mantener llena la caja.
Tus hermanos no lo han sabido. Y me siento contento de que, aunque el que
lleva la bolsa no está, el embajador del tabernero esté aquí, en mi reunión de
despedida, con los mensajeros del reino. Ruego porque puedas discernir el


101
significado de mi enseñanza con los ojos del espíritu. Y cuando el nuevo
maestro llegue a tu corazón, sigue adelante. Él te guiará. Y muestra a tus
hermanos y a todo el mundo lo que el Padre puede hacer con un odiado
recaudador de impuestos, que se atrevió a seguir al Hijo del Hombre y a creer.en el evangelio del reino. Incluso
desde el principio, Leví, te quise como quise
a estos otros galileos. Sabiendo entonces muy bien que ni el Padre ni el Hijo
tienen en cuenta a las personas, mira de no hacer esas distinciones entre los
que lleguen a ser creyentes en el evangelio a través de tu ministerio. Y así,
Mateo, dedica toda tu vida de servicio futuro a mostrar a los hombres que
Dios no tiene en cuenta la posición de las personas. Que, a la vista del Padre
en la hermandad del reino, todos los humanos son iguales, todos son hijos de
Dios.”
Santiago Zebedeo, el hermano de Juan, aguardaba en pie al Maestro. Este se
encaminó hacia él, diciéndole:
“-Santiago, cuando tú y tu hermano pequeño llegásteis una vez hasta mí,
buscando preferencias en los honores del cielo y os respondí que esos honores
eran otorgados por el Padre, os pregunté si seríais capaces de beber mi copa.
Los dos respondísteis que sí. Aunque ni entonces ni ahora estéis preparados
para ello, pronto estaréis dispuestos para tal servicio, a causa de la experiencia
que estáis a punto de atravesar. Por aquel comportamiento reñiste a tus
hermanos. Si todavía no te han perdonado del todo, lo harán cuando vean que
bebes mi copa. Tanto si tu ministerio es largo o corto, conserva tu alma en
paz. Cuando el nuevo maestro venga, deja que te enseñe el equilibrio de la
compasión y esa amable tolerancia que nace de la sublime confianza en mí y
en la perfecta sumisión a la voluntad del Padre. Dedica tu vida a demostrar
afecto humano y dignidad divina combinados. Y todos los que vivan así
revelarán el evangelio, incluso en la forma de su muerte. Tú y tu hermano
Juan iréis por distintos caminos y uno de vosotros puede que se siente
conmigo en el reino eterno mucho antes que el otro...”
Sutilmente, Jesús de Nazaret estaba anunciando a Santiago que su muerte
ocurriría mucho antes que la de su hermano.
“-Os ayudaría mucho saber que la verdadera sabiduría comprende discreción y
coraje a un mismo tiempo. Aprenderéis sagacidad, para que acompañe a
vuestra agresividad. Llegarán supremos momentos en los que mis discípulos
no dudarán en dar sus vidas por este evangelio. Pero, en las demás
circunstancias, en las ordinarias, será mejor aplacar la ira de los no creyentes
para que podáis vivir y continuar predicando las buenas noticias. Mientras
tengáis fuerzas, vivid largamente para que vuestra labor sea fructífera en
almas ganadas para el reino celestial.”
Terminadas sus palabras de despedida a Santiago, Jesús caminó hasta el final
de la mesa. allí se encontraba Andrés, su fiel ayudante. Sus frases relacionadas
con la jefatura del apóstol no dejaron lugar a dudas:
“-Andrés, me has representado con fidelidad como cabeza de los embajadores
del reino celestial. Aunque hayas dudado muchas veces y en otras ocasiones.hayas manifestado una clara y
peligrosa timidez, así y con todo, siempre has
sido sinceramente justo en tus relaciones con tus compañeros. Desde tu
ordenación y la de tus hermanos como mensajeros del reino has sabido
gobernarte a ti mismo en los asuntos administrativos del grupo. En ningún
otro asunto temporal he actuado para dirigir o influir tus decisiones. Y lo hice
así para enseñarte, con vistas a tus deliberaciones en los grupos futuros. En mi
universo y en el universo de los universos de mi Padre, a nuestros hijos-hermanos
se les trata como individuos en todas sus relaciones espirituales.
Pero en las de grupo procuramos que exista una dirección. Nuestro reino es un
reino de orden y, donde dos o más criaturas actúen en cooperación, siempre
existe esa autoridad.”
“Y ahora, Andrés, puesto que eres el jefe de tus hermanos por la autoridad de
mi nombramiento y puesto que así has servido, como mi representante
personal, ya que estoy a punto de marcharme e ir a mi Padre, te libero de toda
responsabilidad en lo concerniente a los asuntos temporales y administrativos.
De ahora en adelante puedes no ejercer jurisdicción sobre tus hermanos,
excepto la que hayas ganado por tu capacidad como líder espiritual y que ellos
reconozcan libremente. Desde este momento puedes no ejercer ninguna
autoridad sobre tus hermanos, a no ser que ellos te la restauren. Pero esta
liberación como cabeza administrativa del grupo de ninguna manera


102
disminuye tu responsabilidad moral para hacer todo lo que esté en tu mano
respecto al mantenimiento de la unión de todos éstos en el periodo de prueba
que se avecina. De ahora en adelante sólo ejerceré autoridad espiritual sobre y
entre vosotros.”
“Si tus hermanos desean retenerte como consejero, te digo que debes hacer
todo lo que puedas para promocionar la paz y la armonía (tanto en los asuntos
temporales como espirituales) entre los grupos de sinceros creyentes en el
evangelio. Dedica el resto de tu vida a impulsar los aspectos prácticos del
amor fraterno. Sé amable con mis hermanos en la carne. Manifiesta una
devoción amorosa e imparcial a los griegos del oeste y a Abner, del este.
Aunque éstos, mis apóstoles, van a ser esparcidos muy pronto por los cuatro
confines de la Tierra para proclamar la buena nueva de la salvación, debes
mantenerles unidos durante el tiempo de prueba que se avecina. En esa época
debéis aprender a creer en este evangelio sin mí presencia personal. Y así,
Andrés, aunque no recaigan en ti las grandes labores que ven los hombres,
conténtate con ser el maestro y consejero de los que las hacen. Sigue adelante
con tu trabajo en la Tierra (hasta el final) y así continuarás este ministerio en
el reino eterno. ¿No te he dicho muchas veces que tengo otras ovejas que no
son de este rebaño?”.La siguiente despedida fue para los gemelos Alfeo. En pie, entre ambos, les
anunció:
“-Hijitos míos. Vosotros sois uno de los tres grupos de hermanos que eligió
seguirme... “
Al no conocer con exactitud cómo se produjo la elección de los doce, aquellas
palabras nos desconcertaron. ¿Es que sólo la mitad de los discípulos -los
hermanos Alfeo, Andrés y Simón Pedro y los también hermanos Juan y
Santiago de Zebedeo- eligió seguir al Maestro? ¿Y los otros seis?
Los motivos que justificaban nuestro “regreso” seguían multiplicándose.
“-... Los seis -prosiguió Jesús- habéis trabajado bien y en paz con vuestra
propia carne y sangre. Pero nadie lo ha hecho mejor que vosotros. Se avecinan
tiempos duros... Puede que no comprendáis todo lo que va a suceder, pero no
dudéis que una vez fuísteis llamados para la tarea del reino. Por algún tiempo
no habrá multitudes a quienes dirigir. Pero no os descorazonéis. Cuando
vuestro trabajo en esta vida haya concluido, os recibiré en lo alto y allí, en la
gloria, hablaréis de vuestra salvación a los ejércitos seráficos y a las
multitudes de los altos Hijos de Dios. Dedicad vuestra vida a engrandecer las
tareas triviales. Mostrad a todos los hombres y a los ángeles cuán alegre y
valiente puede llegar a ser el hombre mortal. Y tras vuestra época al servicio
de Dios, volved a las labores de los días pasados. Si, por el momento, veis
concluido vuestro trabajo en los asuntos exteriores del reino, volved a las
faenas cotidianas. Y hacedlo con la nueva luz de la experiencia de saberos
hijos de Dios. A vosotros, que habéis trabajado conmigo, todo se os ha hecho
sagrado. Toda labor terrenal ha llegado a ser un servicio al Dios Padre. Y
cuando oigáis noticias de los hechos de vuestros anteriores compañeros
apostólicos, regocijaros con ellos y continuad vuestra labor diaria como los
que esperan en Dios y sirven mientras esperan. Habéis sido mis apóstoles y
siempre lo seréis y os recordaré en el reino que ha de llegar.”
Era la primera vez que Jesús de Nazaret daba por hecho que varios de sus
hombres más cercanos no desempeñarían la labor de evangelizadores una vez
que El hubiera desaparecido. La verdad es que, con la excepción de unos
pocos discípulos, las actividades apostólicas del resto del grupo apenas si han
quedado reflejadas en los escritos y tradiciones de los cristianos.
Felipe fue el siguiente. En pie, como el resto, escuchó atentamente a su rabí:
“-Felipe, me has formulado muchas y locas preguntas. Y he hecho lo posible
para responder a todas ellas. Ahora contestaré a la última que ha surgido en tu
muy honesta aunque poco espiritual mente. Todo el tiempo he estado
acudiendo a ti, mientras te preguntabas: "Qué haré si el Maestro se marcha y
nos deja solos en el mundo?" Oh, tú, hombre de poca fe! Y así y con todo,
tienes casi tanta como muchos de tus hermanos... Has un buen sirviente,.Felipe. Nos fallaste pocas veces. Y
uno de los fallos lo utilizamos para
manifestar la gloria del Padre...”
-¿A qué puede referírse? -intervino Curtiss.
Tampoco supe responderle. Sabía que Felipe era el sable de la intendencia
general del grupo pero, en esos momentos, no podía imaginar de qué hablaba
el Galileo. ¿Quién podía suponer que yo mismo contemplaría el “fallo” en


103
cuestión?
no adelantemos acontecimientos...
“-... Tu oficio de servidor está a punto de concluir, deberás hacer el trabajo
para el que fuiste llamado: la predicación de este evangelio. Felipe, siempre
has querido que se muestren las cosas. Pronto verás grandes hechos. Puesto
que has sido sincero, incluso en tu visión material, vivirás para ver cumplidas
mis palabras. Y entonces, cuando seas bendecido con visión espiritual, sigue
adelante en tu trabajo, dedicando tu vida a la conducción de la Humanidad
hacia la búsqueda de Dios y de las realidades espirituales, pero con los ojos de
la fe; no con los de la mente material. Recuerda, Felipe, tienes una gran
misión en la Tierra. El mundo está lleno de hombres que miran la vida como
tú lo has hecho. Tienes un gran trabajo por hacer, y, cuando esté terminado,
vendrás a mi, en mi reino y tendré gran placer en enseñarte lo que no ha visto
el ojo, escuchado el oído ni concebido la mente mortal. Entretanto, sé como un
niño pequeño en el reino del Espíritu y permíteme, como Espíritu del nuevo
maestro, guiarte hacia el reino espiritual. De esta forma podré hacer mucho
por ti: lo que no pude llevar a cabo cuando permanecí contigo como un
mortal. Y recuerda siempre, Felipe: quien me haya visto, ha visto al Padre.”
Al terminar, Felipe volvió a reclinarse. Y los pasos del Maestro se dirigieron
al siguiente diván: el de Bartolomé o Natanael. Éste se había puesto en pie
pero Jesús le indicó que se sentara. Al momento, el rabí hizo otro tanto,
acomodándose a su lado. Y le habló así:
“-Natanael, has aprendido a vivir por encima de los prejuicios y a practicar
una tolerancia cada vez mayor, puesto que te hiciste mi apóstol. Pero aún hay
mucho que aprender. Has sido una bendición para tus compañeros, siempre
amonestados con tu sinceridad. Cuando me haya ido, puede que tu franqueza
interfiera en las relaciones con tus hermanos, tanto con los antiguos como con
los nuevos. Debes aprender que incluso la expresión de un buen pensamiento
tiene que ser modulada de acuerdo con el nivel intelectual y el desarrollo
espiritual del que escucha. La sinceridad es más útil en las tareas del reino
cuando se casa con la discreción.”
“Sí aprendieses a trabajar con tus hermanos podrías finalizar muchas más
cosas. Pero si te encuentras a ti mismo en la búsqueda de aquellos que piensan
como tú, en ese caso, dedica tu vida a demostrar que el discípulo conocedor de.Dios puede llegar a ser un
constructor del reino, incluso cuando esté solo y
separado de sus hermanos creyentes. Sé que serás fiel hasta el final. Y algún
día te daré la bienvenida al amplio servicio de mi reino, en lo alto.”
Bartolomé se dirigió entonces al rabí, preguntándole:
“-He escuchado tus enseñanzas desde la primera vez que me llamaste al
servicio de este reino. Pero, honestamente, no puedo comprender todo el
significado de lo que nos dices. No sé qué más debemos esperar. Y creo que la
mayoría de mis hermanos están perplejos, al igual que yo, aunque dudan en
confesar su confusión. ¿Puedes ayudarme?”
“-Amigo mío -respondió el Cristo al instante-, no es extraño que te encuentres
perplejo en tu intento por comprender el significado de mis enseñanzas
espirituales. Arrastráis el preconcepto de la tradición judía y os empeñáis en
interpretar mí evangelio de acuerdo con las enseñanzas de los escribas y
fariseos. Os he enseñado por la palabra de mi boca y he vivido mi vida entre
vosotros. He hecho lo posible para alumbrar vuestras mentes y liberar vuestras
almas, pero lo que no habéis conseguido hasta ahora por mis enseñanzas,
debéis adquirirlo de la mano de ese maestro de maestros: la experiencia real.
En esa nueva andadura, yo iré por delante y el Espíritu de la Verdad estará con
vosotros. No temáis. Lo que ahora no podéis comprender, el nuevo maestro,
cuando haya venido, os lo revelará en esta vida y en vuestro aprendizaje en el
tiempo eterno.”
Jesús dirigió entonces su voz hacia el centro de la mesa:
“-No os turbéis porque no podáis asimilar todo el significado del evangelio.
No sois más que hombres finitos y mortales y lo que os he enseñado es
infinito, divino y eterno. Sed pacientes. Tened valor. Tenéis las edades eternas
ante vosotros. En ellas continuaréis vuestra progresiva perfección, así como
vuestro Padre del Paraíso es perfecto.”
Curtiss, Eliseo y yo nos miramos. Los tres nos vimos asaltados por el mismo
sentimiento. Parecía como si aquellas últimas frases del Maestro -dirigidas al
centro de la “U”, al punto donde se encontraba el micrófono- no hubieran sido


104
destinadas únicamente a sus íntimos...
Jesús se incorporó y caminó hasta la posición de Tomás. Y se le oyó decir:
“-Tomás. A menudo te ha faltado la fe. Sin embargo, a pesar de esos
momentos de duda, nunca has carecido de coraje. Sé muy bien que los falsos
profetas y maestros no te engañarán. Después que me haya ido, tus hermanos
apreciarán mucho más tu forma crítica de ver y enjuiciar las enseñanzas. Y
cuando todos os disperséis por los confines de la Tierra, recuerda que aún eres
mi embajador. Dedica tu vida a la gran obra de mostrar cómo la mente crítica
material puede triunfar sobre la inercia de la duda intelectual, cuando se
enfrenta con la demostración de la manifestación de la verdad viva.”.“Tomás, estoy contento de que te hayas
unido a nosotros. Y sé que, tras un
corto período de perplejidad, seguirás adelante, en el servicio del reino. Tus
dudas han confundido a tus hermanos, pero no a mí. Tengo confianza en ti e
iré delante tuyo a los más remotos lugares de la Tierra.”
Y Jesús, lentamente, fue a situarse frente a uno de sus hombres más difíciles y
queridos: Simón Pedro. Estábamos a punto de asistir a otra profética
alocución...
En el caso de Pedro, como se verá, los reproches del Maestro fueron más
duros.
“-Pedro, sé que me amas. Y sé que dedicarás tu vida a la proclamación pública
de este evangelio del reino a judíos y gentiles. Pero estoy apenado... Tus años
de tan firme asociación con migo no te han ayudado lo suficiente a pensar
antes de hablar... “
Fue una lástima no haber estado presente en aquella reunión. Estoy seguro que
la expresión de Pedro debía de ser un libro abierto.
“-... ¿Qué experiencia debes vivir para que aprendas a ser cauteloso con tu
boca? Cuántos problemas nos has dado por tu irreflexión y por tu presuntuosa
confianza en ti mismo! Y estás destinado a crearte muchos más si no dominas
esa debilidad. Sabes que, a pesar de ese defecto, tus hermanos te aman. Y
debes entender igualmente que esa debilidad de ningún modo disminuye mi
afecto hacia ti. Pero te resta eficacia y multiplica tus problemas... “
El tono de Jesús se hizo menos severo.
“-... Sin duda, la experiencia que pasarás esta noche te será de gran ayuda. Y
lo que ahora te digo, Simón Pedro, sirve también para todos los aquí reunidos:
esta noche correréis grave peligro de tropezar conmigo. Sabéis que está
escrito: "El Pastor será castigado y las ovejas esparcidas fuera." Cuando esté
ausente habrá el riesgo de que algunos de vosotros sucumbáis ante la duda y
tropecéis por lo que a mí me suceda. Pero ahora mismo os prometo que
volveré por un corto tiempo y que, entonces, entraré en Galilea.”
El fogoso Pedro no tardó en replicar:
“-No importa si todos mis hermanos sucumben ante la duda por tu causa.
Prometo que no tropezaré con nada que tú puedas hacer. Iré contigo! Y, si es
necesario... moriré por ti!”
El estremecido y voluntarioso apóstol aguardó la respuesta de su Maestro. Y
ésta llegó como un jarro de agua helada.
“-Pedro, en verdad, en verdad te digo que esta noche no cantará el gallo antes
de que me hayas negado... tres o cuatro veces.”
-¿Tres o cuatro veces? -exclamó el general que, obviamente, no conocía aún
nuestra versión sobre lo acaecido esa madrugada del jueves al viernes..-Afirmativo -me apresuré a responder-.
Fueron tres negaciones públicas y una,
prácticamente en privado.
“-... De esta forma-. -continuó Jesús-, lo que no has conseguido aprender de tu
pacífica unión conmigo, lo asumirás entre problemas y penas. Y cuando hayas
entendido esta necesaria lección, deberás reconfortar a tus hermanos y seguir
adelante, llevando una vida entregada a la predicación de este evangelio.
Aunque puedas ir a prisión y, quizá, seguirme, pagando el precio supremo por
el amoroso servicio en la construcción del reino del Padre.”
Simón Pedro, como el resto, no entendieron entonces el trágico alcance de
aquellas proféticas palabras.
“-Pero recuerda mí promesa: cuando haya resucitado, me quedaré con
vosotros un tiempo antes de ir al Padre. Incluso esta noche haré súplicas para
que os fortalezca ante lo que debéis soportar. Os amo a todos con el amor con
que el Padre me ama y, por tanto, de ahora en adelante, debéis amaros los
unos a los otros como yo os he amado.”


105
El grupo se puso en pie y, dirigidos por Jesús de Nazaret, entonó un nuevo
cántico.
Hacia las 22.30 horas de aquel jueves, 6 de abril del año 30, los pasos y los
murmullos de los doce se perdían hacia el piso inferior de la casa de Elías
Marcos. La “última cena” había concluido.
Los tres caímos en un prolongado silencio. En efecto, había demasiados
puntos sobre los que meditar. Y aunque dejo al hipotético lector de este diario
el derecho a sacar sus propias conclusiones, estimo que es mi obligación dar
cuenta de algunas de las apreciaciones y comentarios que se vertieron aquella
madrugada en la soledad de la cumbre de Masada.
Para el general -mucho más afectado que nosotros por lo que acabábamos de
oír- resultaba del todo incomprensible que los evangelistas no hicieran
mención, entre otras cosas, de los incidentes de los divanes y del lavatorio y
de las once últimas despedidas del Galileo. Sólo uno de los escritores sagrados
-Lucas-, deja entrever que “algo” raro sucedió entre los apóstoles: “Entre ellos
hubo también un altercado sobre quién de ellos parecía ser el mayor” (22, 24).
¿Por qué ninguno de los otros tres habla de ese extraño “altercado”?
Para Eliseo, como para mí, la posible respuesta -siempre a título de hipótesis
de trabajo- estaba justamente en el denominador común de las mencionadas
tres situaciones. Tanto en la citada polémica sobre quien debía ocupar los
puestos más cercanos al rabí, como en la orgullosa postura de no querer
lavarse los pies mutuamente y en las despedidas, los apóstoles no salían muy
bien parados. Como hemos visto, en cada “adiós” del Maestro flotaba una
considerable carga de reproches. Jesús, una vez más, llamó a las cosas por su
nombre, sacando a la luz los principales defectos de sus íntimos. Y esto,.insisto, con el paso de los años, no
debió considerarse como “constructivo”
por el “colegio apostólico” o por los responsables de las respectivas
redacciones evangélicas. Tampoco es el único caso en los Evangelios
Canónicos...
Abundando en este mismo sentido, resulta altamente extraño, por no decir
sintomático, que sólo uno de los evangelistas, Juan, recuerde en sus escritos el
bellísimo gesto de Jesús al lavar los pies de sus discípulos. ¿Por que Mateo,
Marcos y Lucas se olvidan por completo de un suceso tan aleccionador? ¿No
sucedería que, a la hora de redactarlo, se vieron en la obligación moral de
contar los hechos tal y como ocurrieron, eligiendo finalmente el “silencio” al
posible menoscabo de su imagen individual y colectiva? En defensa de la
objetividad informativa de los evangelistas -aunque hay demasiadas fisuras
para creer en ella- cabe alegar también que, quizá, las actuales versiones de los
textos de Mateo, Marcos y Lucas no corresponden a lo verdaderamente escrito
en sus orígenes. El primer documento sobre la vida y enseñanzas del Cristo -al
menos del que se tiene noticia- fue obra de Mateo. La tradición asegura que
este Mateo fue uno de los doce. Sin embargo, los cristianos no disponen de
una prueba irrefutable en este sentido. Concediendo incluso que el Mateo
Leví, autor de dicho evangelio, fuera el apóstol, nos encontramos con otro
hecho demoledor: el texto primigenio, redactado en lengua aramea, se ha
perdido. Nos queda, eso sí, un evangelio de Mateo, en griego, que no es otra
cosa que una refundición -plagada de posibles modificaciones- del genuino
Mateo. Para colmo de males, la actual versión, en griego, debió de ser
confeccionada alrededor de los años sesenta de nuestra Era Es decir, unos
treinta años después de la muerte del Salvador. Un tiempo, aunque
históricamente corto, demasiado largo para poder recordar con exactitud los
extensos y profundos discursos de Jesús. Yo añadiría que los diez o veinte
años que pudieron transcurrir desde la desaparición del Galileo hasta la
mencionada redacción del primer evangelio -el Mateo arameo- son
demasiados para intentar memorizar y retener con pulcritud los cientos de
miles de palabras que salieron de la boca del Maestro. En cuanto a los otros
evangelistas -Marcos y Lucas-, la situación aún se ensombrece más. El
primero fue quizá aquel adolescente -Juan Marcos- que, en efecto, conoció y
convivió con el Galileo (1). Pero su permanencia junto al Maestro
---
(1) Juan Marcos, el hijo de la Familia de Elías Marcos, en cuya casa se
celebró la última cena. En el evangelio de Marcos (14,51 -53), se ofrece una
sutil pista sobre su propia identidad. “Un joven le seguía cubierto
---.fue muy espaciada y esporádica. Es más que seguro que a la hora de poner por


106
escrito sus recuerdos e investigaciones sobre el Cristo tuviera que recurrir a las
fuentes ya existentes: Mateo y otros documentos que circulaban entre las
comunidades cristianas. Al no estar presente en la última cena, Marcos tuvo
que fiarse de versiones ajenas. Y, o bien el “altercado” de los divanes y el
tema del lavatorio ya habían sido censurados o, de mutuo acuerdo con los
apóstoles sobrevivientes, estimó como más prudente el ignorarlos. La verdad
es que nunca sabremos las razones de este triple vacío informativo.
El caso de Lucas resulta más lógico. Los expertos han demostrado que su
evangelio fue escrito, basándose -en buena medida- en los textos de Mateo y
de Marcos (1). El evangelista copió, modificó y suprimió un sinfín de pasajes,
de acuerdo con su criterio y, sin duda, con los de los que le rodeaban. Su
versión, en consecuencia, deja mucho que desear, aunque, como he dicho,
cometió un “desliz” al insinuar lo del “altercado”...
Pero quizá el capítulo más delicado es el de la institución de la Eucaristía. No
me andaré con rodeos. Desde mi punto de vista, Jesús de Nazaret no instituyó
ninguna Eucaristía, tal y como hoy entienden los cristianos este sacramento. Y
una prueba importante de lo que afirmo está justamente en el único testigo -con
total seguridad- que vivió y escribió sobre dicha cena: Juan. Si el Cristo
hubiera pronunciado en verdad esas conocidas palabras -”tomad, éste es mi
cuerpo” o “ésta es mi sangre”-, el joven discípulo, que se encontraba a su
derecha, no las hubiera ignorado. El hecho, de haber sido así, reviste una
importancia tal que, por si solo, eclipsa muchos otros pasajes de la vida del
Galileo. ¿Por qué entonces no aparece en la narración de Juan el Evangelista?
Algunos exégetas intentan parchear el suceso, alegando que la misión de Juan
al escribir su evangelio era tan sólo la de completar las lagunas de los otros
tres. La hipótesis resulta muy endeble. Si ésa hubiera sido en realidad la
intencionalidad del Zebedeo, ¿por qué repetir tantos pasajes que figuran ya en
los evangelios de sus compañeros? ¿Por qué insistir, por ejemplo, en la muerte
y resurrección?
A todo lo largo de su vida, el Hijo del Hombre jamás dejó un sólo legado o
consigna que no fuera su mensaje y su actitud ante la vida. Fue tan sutil que,
incluso, no dejó nada por escrito. Ni siquiera nos han quedado sus restos
mortales. ¿Por qué razón iba a arriesgarse a cristalizar en unas palabras algo
que, con el paso del tiempo, podía ser motivo de interpretaciones y
definiciones
---
sólo de un lienzo; y le detienen. Pero él, dejando el lienzo, se escapó
desnudo.” (N. del m.).(1) Por simple comparación de los textos se aprecia que en Lucas hay 350
versículos comunes a Marcos y Mateo (tradición triple) y unos 50 en común
con Marcos (tradición doble). (N. del m.)
---
que limitasen sus grandes verdades espirituales? Era más lógico que, bajo el
simbolismo del pan y del vino, hablara a sus discípulos de una simple cena de
recuerdo. Esta, en mi opinión, pudo ser su verdadera intención: que
supiéramos y tuviéramos conciencia de que, cada vez que se reúnen los
creyentes, El está presente. Pero lo está siempre, sin necesidad de “fórmulas
mágicas o matemáticas” que, en definitiva, constituyen hoy la Eucaristía. Una
vez más, sus palabras e intenciones han sido sometidas y enclaustradas por los
falsos y pueriles juicios del hombre, que siente una especial atracción por los
dogmas. Cuando se produce una reunión de fieles creyentes, no es necesario
asociar la presencia divina a un trozo de pan o a una copa de vino. El Espíritu
viviente del Hijo de Dios -tal y como Él repitió- se hace físicamente presente
en cada uno de los espíritus de los congregados.
“Tomad esta copa y bebed de ella. Ésta será la copa de mi recuerdo...”
La manipulación del hombre, una vez más, ha sido total.
Dudo mucho que Jesús deseara destruir el concepto individual de la divina
comunión, estableciendo una fórmula tan precisa y extraña a sus habituales
maneras como la que hoy practican los cristianos. Su estilo no fue
precisamente el de limitar la imaginación espiritual del creyente acorralándola
con formalismos.
“Tomad este pan y comedlo. Os he manifestado que soy el pan de la vida, que
es la vida unificada del Padre y del Hijo en un solo don. La palabra del Padre,
tal como fue revelada por el Hijo, es realmente el pan de la vida.”
¿Qué relación guardan estas frases con las que nos han transmitido los tres


107
evangelistas? En mi opinión, ninguna. Ni en la letra ni en el espíritu.
Desafortunadamente, de todas sus parábolas y enseñanzas, ésta, quizá, ha sido
la más manipulada y “estandarizada”. Pero como se verá más adelante, no es
el único suceso deformado o ignorado...
En consecuencia, considerando que no hubo transformación del pan y del vino
en el cuerpo y sangre del Galileo, tal y como hoy dicta la creencia de los
cristianos, tampoco puede polemizarse sobre si Judas llegó a “comulgar” o no.
El trozo de pan mojado en la salsa fue, sencillamente, una costumbre y una
señal. Una “pista” que tampoco fue captada por sus discípulos.
Tal y como hemos visto, ni siquiera Juan -que se hallaba reclinado a la
derecha del rabí- se percató del breve diálogo entre el Maestro y el traidor. Es
obvio, por tanto, que el llamado “anuncio de la traición de Judas”, que escribe
Juan, fue un hecho “descubierto” por el Evangelista, no en los momentos en.que se produjo, sino a posteriori.
Con seguridad, los once salieron del
cenáculo ignorantes de las maquinaciones del Iscariote. Fue después cuando
se enteraron.
Por último -ya que la revisión de la “última cena” nos llevaría muy lejos-, ¿por
qué los textos evangélicos no dicen una sola palabra sobre la jefatura de
Andrés, el hermano de Simón Pedro? ¿Por qué no dedican más espacio a las
hermosas y esperanzadoras revelaciones de Jesús sobre “su universo” y el
“universo de los universos de su Padre” o sobre las “moradas” o “lugares de
paso” en el más allá? ¿Es que el universo del Hijo del Hombre es uno y el de
su Padre otro? (1).
¿Es que no interesaba dejar constancia de todo ello o, simplemente, que no lo
comprendieron?
Imagino que la lectura de algunas de estas apreciaciones personales puede
herir o inquietar el ánimo de los cristianos menos evolucionados. No es ésa mi
intención. Pocas personas en este mundo profesan una fe en el Cristo como la
que me ha sido regalada. Pero ello no tiene por qué significar una esclavizante
sumisión a dogmas o rituales que no me satisfacen y que, sobre todo, no
hubieran sido deseados por el Maestro...
Nuestras discusiones terminaron con el amanecer. Y no por falta de temas o de
interés. Simplemente, por agotamiento. Curtiss, comprendiendo que se había
extralimitado, nos recomendó que durmiéramos hasta nueva orden. Y así lo
hicimos.
A eso de las dos de la tarde de aquel viernes, 9 de marzo de 1973, Eliseo me
sacó de un profundo y reparador sueño. Su rostro aparecía feliz. Iluminado.
-Vamos -me susurró sin disimular su emoción-. Todo está dispuesto.
El tiempo había cambiado bruscamente. Negras y amenazadoras nubes se
levantaban por el norte, empujadas por un fuerte viento. Mi compañero
percibió mi inquietud y, empujándome hacia el comedor, me rogó que
olvidara la meteorología.
Poco después, tras un frugal almuerzo, descendimos al foso. La febril
actividad de la jornada anterior había decaído sensiblemente. El formidable
esfuerzo de los hombres de Caballo de Troya empezaba a dar sus frutos. En el
centro de la “piscina” -reluciente y majestuoso- aguardaba el módulo, con sus
casi 23 pies de altura. En esos instantes, al rodearlo, un escalofrío me sacudió
de pies a cabeza. Y creo que fue a partir de ese momento cuando intuí que
“algo” extraordinario e inimaginable nos esperaba al “otro lado”.
El carburante -la dimetilbidracina y el tetróxido de nitrógeno- habían sido ya
trasvasados a los tanques. En total, 16400 kilos, más que suficiente para
nuestros propósitos. Con aquellas
---.(1) Sobre estas insólitas revelaciones en torno al “universo particular” de Jesús
y al “universo de los universos” del Padre, me atrevo a sugerir al lector que se
aventure en mi último libro: La rebelión de Lucifer. (N. De J. J. Benítez.)
---
casi 16 toneladas y media disponíamos de un margen máximo de vuelo de 5
horas y 14 minutos.
En esta oportunidad, como consecuencia de los nuevos equipos y de la mayor
duración de la misión, el peso de la “cuna” había aumentado
considerablemente, hasta alcanzar las 25 toneladas. De éstas, como queda
dicho, casi 17 correspondían a los depósitos y a los mencionados propelentes.
El general nos hizo una señal, invitándonos a que nos uniéramos a la reunión
con los directores del proyecto. Allí, al fin, tuvimos noticia de la “hora cero”.


108
El lanzamiento, salvo imprevistos, tendría lugar a las 01 horas del sábado, 10
de marzo.
Cuando nos interesamos por las medidas de seguridad que debían arropar ese
crítico momento, Curtiss, sin perder la sonrisa, esquivó la cuestión.
-No hay problema -se limitó a responder-, será como un paseo.
-Pero ¿y los vigilantes? -presioné alarmado.
El jefe de la operación ni siquiera me escuchó. Y siguió en frascado en los
detalles de la exploración.
Por unanimidad, la inclinación de los ejes de los swivels había sido fijada a las
01 horas del domingo, 9 de abril del año 30. De esta forma, una vez practicada
la inversión de masa del módulo, tendríamos tiempo suficiente para alcanzar
la cima del monte de los Olivos antes de las tres de la madrugada de ese
mismo día. La razón era simple: yo debía estar en el jardín, propiedad de José
de Arimatea, justo cuando se produjera la primera de las supuestas apariciones
del Resucitado. Como ya señalé, la “vara de Moisés” había sufrido ciertas
modificaciones. Una de ellas -que describiré en su momento- consistía en la
incorporación de un revolucionario sistema basado en “transductores de
helio”, que, en opinión de los científicos, podía resultar de gran utilidad a la
hora de analizar el misterioso cuerpo “glorioso” de Jesús de Nazaret. Pero las
cosas no iban a ser tan sencillas...
El general y los directores se mostraban especialmente preocupados por la
falta de datos concretos sobre las referidas “apariciones” del Maestro de
Galilea. Éstas, insisto, constituían uno de los objetivos básicos de la misión.
Pero, a la hora de trazar un plan, las múltiples contradicciones de los
evangelistas -nuestra principal fuente informativa- sólo contribuyeron a
complicar las cosas. Mientras Mateo y Lucas, por ejemplo, sólo hablan de dos
apariciones, Marcos cita tres y Juan, el más fiable, cuatro (1).
---.(1) He aquí los textos evangélicos que nos sirvieron de soporte inicial.
Mateo, en su capítulo 28, versículos 1 al 11, escribe: “Pasado el sábado, al
alborear el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a
ver el sepulcro. De pronto se produjo un gran terremoto,
---
Uno de los pocos puntos coincidentes en los cuatro evangelios era el de la
fecha de la primera aparición: “el primer día de la semana”. Es decir, el
domingo. No sucedía lo mismo, en cambio, con la hora. Para Mateo, las
mujeres que acudieron al sepulcro -sobre cuya identidad y número tampoco
están de
---
pues el Ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose, hizo rodar la piedra y se
sentó encima de ella.
“Su aspecto era como el relámpago y su vestido blanco como la nieve. Los
guardias, atemorizados ante él, se pusieron a temblar y se quedaron como
muertos. El Ángel se dirigió a las mujeres y les dijo:
“Vosotras no temáis, pues sé que buscáis a Jesús, el Crucificado; no está aquí,
ha resucitado, como lo había dicho. Venid, ved el lugar donde estaba. Y ahora
id en seguida a decir a sus discípulos: “Ha resucitado de entre los muertos e ir
delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. Ya os lo he dicho. Ellas partieron a
toda prisa del sepulcro, con miedo y gran gozo, y corrieron a dar la noticia a
sus discípulos.
“En esto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: "Dios os guarde!" Y ellas,
acercándose, se asieron a sus pies y le adoraron. Entonces les dice Jesús: "No
temáis.Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán.”
Más adelante (versículos 16 al 18), se dice: “Por su parte, los once discípulos
marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y al verle le
adoraron; algunos sin embargo dudaron...”
En cuanto a Marcos (16, 1-19), he aquí su versión: “ Pasado el sábado, María
Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a
embalsamarle. Y muy de madrugada, el primer día de la semana, a la salida
del sol, van al sepulcro. Se decían unas a otras:
"¿Quién nos retirará la piedra de la puerta del sepulcro?" Y levantando los
ojos ven que la piedra estaba ya retirada; y eso que era muy grande. Y
entrando en el sepulcro vieron a un joven sentado en el lado derecho, vestido
con una túnica blanca, y se asustaron. Pero él les dice: "No os asustéis.
Buscáis a Jesús de Nazaret, el Crucificado; ha resucitado, no está aquí. Ved el


109
lugar donde le pusieron. Pero id a decir a sus discípulos y a Pedro que irá
delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo." Ellas salieron.huyendo del sepulcro, pues un gran
temblor y espanto se había apoderado de
ellas, y no dijeron nada a nadie porque tenían miedo...
“Jesús resucitó en la madrugada, el primer día de la semana, y se apareció
primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a
comunicar la noticia a los que habían vivido con él, que estaban tristes y
llorosos. Ellos, al oír que vivía y que había sido visto por ella, no creyeron.
Después de esto, se apareció, bajo otra figura, a dos de ellos cuando iban de
camino a una aldea. Ellos volvieron a comunicárselo a los demás; pero
tampoco creyeron a éstos.
“Por último, estando a la mesa los once discípulos, se les apareció y les echó
en cara su incredulidad y su dureza de corazón, por no haber creído a quienes
le habían visto resucitado. Y les dijo: "Id por todo el mundo y proclamad la
Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que
no crea, se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean:
en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán
serpientes en sus manos
---
acuerdo los escritores sagrados- lo hicieron “al alborear” el día. Marcos, como
hemos visto, habla de “a la salida del sol”. Lucas es más impreciso: “muy de
mañana”. Finalmente, Juan, más minucioso, nos ofrece un dato importante:
“de madrugada..., cuando todavía estaba oscuro”.
---
y aunque veban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los
enfermos y se pondrán bien."
“Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó
a la diestra de Dios.”
Lucas dedica el último capítulo de su evangelio, el 24, a relatar los sucesos en
los siguientes términos:
“El primer día de la semana, muy de mañana, fueron al sepulcro llevando los
aromas que habían preparado. Pero encontraron que la piedra había sido
retirada del sepulcro, y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.
No sabían qué pensar de esto, cuando se presentaron ante ellas dos hombres
con vestidos resplandecientes. Como ellas temiesen e inclinasen el rostro a
tierra, les dijeron: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No
está aquí, ha resucitado. Recordad cómo os habló cuando estaba todavía en
Galilea, diciendo: “Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en
manos de los pecadores y sea crucificado, y al tercer día resucite.". Y ellas
recordaron sus palabras..“Regresando del sepulcro, anunciaron todas estas cosas a los once y a todos
los demás. Las que decían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena,
Juana y María la de Santiago y las demás que estaban con ellas. Pero todas
estas palabras les parecían como desatinos y no les creían.
“Pedro se levantó y corrió al sepulcro. Se inclinó, pero sólo vio las vendas y se
volvió a su casa, asombrado por lo sucedido.
“Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba
sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había
pasado. Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús
se acercó y siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no le
conocieran. El les dijo: "¿De qué discutís entre vosotros mientras vais
andando?" Ellos se pararon con aire entristecido.
“Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: ¿Eres tú el único residente en
Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?" Él les dijo:
"¿Qué cosas?" Ellos le dijeron: "Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta
poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; cómo
nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le
crucificaron. Nosotros esperábamos que sería Él el que iba a librar a Israel;
pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El caso
es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de
madrugada al sepulcro, y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta
habían visto una aparición de ángeles, que decían que él vivía. Fueron también
algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían
dicho, pero a Él no le vieron.
“Él les dijo: "Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron


110
los profetas! ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso
---
Para nosotros, aunque disponíamos de la hora exacta en que se registraron los
enigmáticos sucesos que rodearon a la supuesta resurrección, el hecho de
poder determinar con precisión el momento en que las mujeres irrumpieron en
la propiedad de José de Arimatea era de especial interés. Si teníamos en
cuenta
---
y entrara así en su gloria?" Y, empezando por Moisés y continuando por todos
los profetas, les explicó lo que había sobre Él en todas las Escrituras.
“Al acercarse al pueblo a donde iban, Él hizo ademán de seguir adelante. Pero
ellos le forzaron diciéndole: "Quédate con nosotros, porque atardece y el día
ya ha declinado." Y entró a quedarse con ellos. Y sucedió que, cuando se puso
a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba
dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero Él desapareció.de su lado. Se dijeron uno a
otro: "¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro
de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?"
Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos
a los once y a los que estaban con ellos, que decían: "Es verdad! El Señor ha
resucitado y se ha aparecido a Simón!" Ellos, por su parte, contaron lo que
había pasado en el camino y cómo le habían conocido con la fracción del pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando Él se presentó en medio de ellos y les
dijo: "La paz con vosotros. Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu.
Pero Él les dijo: "¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro
corazón? Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved que un
Espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo." Y diciendo esto, les
mostró las manos y los pies. Como ellos no acabasen de creerlo a causa de la
alegría y estuviesen asombrados, les dijo: "¿Tenéis aquí algo de comer?" Ellos
le ofrecieron parte de un pez asado. Lo tomó y comió delante de ellos...
“Los sacó hasta cerca de Betania y, alzando sus manos, los bendijo. Y sucedió
que, mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo. Ellos,
después de postrarse ante Él, se volvieron a Jerusalén con gran gozo, y estaban
siempre en el Templo bendiciendo a Dios."
Por último, Juan el Evangelista (20, 1-31 y 21, 1-25) habla de cuatro
apariciones:
“El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro
cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. Echa a
correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús
quería y les dice: "Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde
le han puesto." Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al
sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más
rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el
suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el
sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no
junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el
otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, pues
hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía
resucitar de entre los muertos. Los discípulos, entonces, volvieron a casa. “
En cuanto a la aparición a la Magdalena, Juan dice:
---
que el orto solar en dicha fecha se había producido sobre Jerusalén a las 05
horas y 42 minutos, la tendencia general entre los hombres de Caballo de
Troya se inclinaba por la versión de Juan el Evangelista. Pero habría que
verificarlo “sobre el terreno”.
En lo que concierne al famoso “terremoto” que cita Mateo.---
“Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó
hacia el sepulcro, y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el
cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. Dícenle ellos: "Mujer,
¿por qué lloras?" Ella les respondió: "Porque se han llevado a mi Señor, y no
sé dónde le han puesto." Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no
sabía que era Jesús. Le dice Jesús: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?"
Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: "Señor, si tú lo has
llevado, dime donde lo has puesto, y yo me lo llevaré." Jesús le dice: "María."
Ella se vuelve y le dice en hebreo: "Rabbuní" -que quiere decir "Maestro"-.


111
Dícele Jesús: "No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete
donde mis hermanos y diles: subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y
vuestro Dios." Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al
Señor y que había dicho estas palabras.
“Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por
miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos,
se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz con vosotros." Dicho
esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al
Señor. Jesús les dijo otra vez: "La paz con vosotros. Como el Padre me envió,
también yo os envio." Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Recibid el
Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a
quienes se los retengáis, les quedan retenidos."
"Tomás, uno de los doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino
Jesús. Los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor." Pero él les
contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mí dedo en
el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré." Ocho
días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se
presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: "La paz con
vosotros. Luego dice a Tomás: "Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu
mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente." Tomás le
contestó: "Señor mío y Dios mío. Dícele Jesús: "Porque me has visto has
creído. Dichosos los que no han visto y han creído.""
Finalmente, tras afirmar que Jesús realizó otras muchas señales en presencia
de sus discípulos, Juan relata la aparición a orillas del lago de Tiberíades:
“Después de esto se manifestó Jesús otra vez a los discípulos, a orillas del mar
de Tiberíades. Se manifestó de esta manera. Estaban juntos Simón Pedro,
Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los de Zebedeo y
otros dos discípulos. Simón Pedro les dice: "Voy a pescar." Le contestan ellos:
“También nosotros vamos contigo." Fueron y subieron a la barca, pero aquella
noche no pescaron nada. Cuando ya amaneció, estaba Jesús en la orilla; pero.los discípulos no sabían que era
Jesús. Díceles Jesús: "Muchachos, ¿no tenéis
pescado?" Le contestaron: "No." Él les dijo: "Echad la red a la derecha de la
barca y encontraréis."
---
ignorado por los otros tres escritores-, nuestro escepticismo fue casi total. Las
vibraciones y el zumbido que acompañaron o precedieron -porque este punto
no estaba del todo claro- a la “desaparición" del cadáver del interior de la
gruta, nada tenían que ver con lo que hoy interpretamos como un seísmo. En
cuanto a la piedra que cerraba el sepulcro, las contradicciones eran igualmente
palpables. Mateo “culpa” al Ángel del Señor que bajó del cielo. Marcos,
Lucas y Juan, prudentemente, coinciden en que, cuando las mujeres llegaron
al lugar, la citada piedra ya había sido desplazada. Pero ¿cómo o por quién?
Posiblemente, como yo mismo tuve ocasión de escuchar desde el palomar, el
movimiento, no de una, sino de las dos losas, obedeció a alguna fuerza o
entidad invisibles a los ojos humanos.
Respecto a los “jóvenes” o “ángeles” de vestiduras blancas y resplandecientes
que fueron vistos por las mujeres, el asunto se complicaba hasta límites
insospechados. Mateo y Marcos hablan de uno solo. Para el primero, fuera del
sepulcro. El segundo, en cambio, lo sitúa en el interior de la cripta. Lucas y
Juan citan a dos, respectivamente...
¿Con qué versión nos quedábamos?
El primero de los evangelistas -Mateo-, cuando refiere la aparición a las
mujeres, entra de nuevo en flagrante oposición con Juan. Mientras aquél
afirma que Jesús salió al encuentro de dichas mujeres y que éstas,
“acercándose, se asieron a sus pies y le adoraron", el Zebedeo asegura algo
muy diferente: que María Magdalena “se volvió -estando aún junto al
sepulcro- y vio a Jesús”. Es más: llegó a confundirlo con el jardinero,
rogándole que le dijera dónde había dejado el cuerpo del Maestro. Cuando,
finalmente, la de Magdala reconoce al Galileo, éste le prohíbe que le toque,
“ya que aún no ha subido al Padre”.
En fin, ¿para qué continuar? El estudio y revisión de estos pasajes sólo
contribuyó a confundirnos. Era menester “reconstruir"
---
La echaron, pues, y ya no podían arrastrarla por la abundancia de peces. El


112
discípulo a quien Jesús amaba dice entonces a Pedro: "Es el Señor." Cuando
Simón Pedro oyó "es el Señor", se puso el vestido -pues estaba desnudo- y se
lanzó al mar. Los demás discípulos vinieron en la barca, arrastrando la red con
los peces; pues no distaban mucho de tierra, sino unos doscientos codos. Nada
más saltar a tierra, ven preparadas unas brasas y un pez sobre ellas y pan.
Díceles Jesús: "Traed algunos de los peces que acabáis de pescar." Subió.Simón Pedro y sacó la red a tierra,
llena de peces grandes: ciento cincuenta y
tres. Y, aun siendo tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: "Venid y
comed." Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: "¿Quién eres tú?",
sabiendo que era el Señor. Viene entonces Jesús, toma el pan y se lo da; y de
igual modo el pez. Ésta fue ya la tercera vez que Jesús se manifestó a los
discípulos después de resucitar de entre los muertos... (N. Del m.)
---
los hechos. Y hacerlo desde el principio. De ahí que mi presencia en el jardín
fuera vital. Y, a ser posible, como había planeado Caballo de Troya, desde los
momentos de la supuesta resurrección.
Pero el destino tenía otros “planes”...
Por el segundo de los libros atribuidos a Lucas -los Hechos de los apóstoles-sabíamos
que la última de las apariciones del Maestro a sus discípulos
(denominada entre los cristianos como la “ascensión a los cielos”) pudo
producirse a los cuarenta días de su resurrección. Es decir, hacia el 18 de
mayo, jueves. Pero, lógicamente, el dato no era muy seguro. así y con todo,
aunque el tiempo destinado a esta segunda exploración quedaba por entero en
nuestras manos, Caballo de Troya se preocupó de llenar la despensa del
módulo con una reserva de agua y alimentos suficiente para unos doce días.
Aunque menor, ésta fue otra de las preocupaciones del general. Si la misión,
como estaba previsto inicialmente, se prolongaba hasta un total de 40 ó 45
días, Eliseo y yo deberíamos suplir la falta de provisiones, acudiendo a “las
fuentes naturales de nuestro entorno”. Dadas las deficientes condiciones
higiénicas de la época, el equipo de directores había fijado una serie de
drásticas normas, de carácter preventivo, que debíamos cumplir estrictamente.
Pero prefiero dejar este asunto para más adelante...
La mayor parte de las reservas alimenticias de la “cuna”, al igual que
sucediera en el primer “salto”, había sido meticulosamente estudiada,
siguiendo -¡cómo no!- las directrices y costumbres de la NASA. En el diario
plan de trabajo -que afectaba sobre todo a mi hermano- se contemplaban tres
epígrafes muy concretos: “desayuno”, “almuerzo” y “cena”. En total, Caballo
de Troya había seleccionado un régimen de comidas integrado por 35
manjares distintos, todos ellos deshidratados; es decir, sin agua. La dieta diaria
abarcaba desde espaguetis con salsa de carne hasta cóctel de gambas, pasando
por los más variados jugos de frutas, pastel de manzana, queso, leche y un
sinfín de verduras y otros alimentos ricos en glúcidos o hidratos de carbono,
lípidos, vitaminas (1) y minerales. Este último capítulo recibió una especial
atención por parte de nuestros expertos. Como se sabe, los minerales, al igual
que las vitaminas, no suministran energía, pero tienen mucha importancia en
la regulación de todas las funciones vitales. El hombre puede tolerar.---
(1) La lista de alimentos ricos en vitaminas abarcaba los siete grupos
esenciales. 1: verduras y hortalizas; II: frutos cítricos (naranjas, mandarinas y
limones); III: patatas y frutas diversas; IV: leche y sus derivados; V: carne,
pescado y huevos; VI: pan, pasta, cereales y sus derivados, y VII: mantequilla,
margarina enriquecida con vitamina A y aceites vegetales. (N. del m.)
---
la falta de vitaminas durante semanas. Sin embargo, cualquier pequeña
alteración en la concentración de cloruro sódico en la sangre, por poner un
ejemplo, puede revestir fatales consecuencias. De ahí que las provisiones ricas
en minerales -sobre todo en sodio, potasio, hierro, magnesio, calcio, fósforo,
yodo, cobalto, cloro y flúor- fueran especialmente mimadas.
Aquellos alimentos que terminaban por deshacerse en migas fueron reunidos
por bocados. Cada uno pedecíamente envuelto en una capa de fécula que
evitaba que se desmigajasen. La preparación del correspondiente “menú”
obligaba a un tratamiento previo, a base de agua fría o caliente, dependiendo
de los gustos personales y de la naturaleza de los manjares. Cada “desayuno”,
“ almuerzo” y “ cena” había sido acondicionado en sendos recipientes
cilíndricos y todo ello, a su vez, herméticamente protegido en un


113
compartimento destinado a “despensa” y ubicado en la “popa" de la nave.
Teniendo en cuenta la forma prismática de la “cuna” -con algo más de 60
metros cúbicos de capacidad-, en lo que podríamos denominar la “proa” había
sido dispuesto el grueso de los equipos electrónicos, de navegación y el
ordenador central: nuestro servicial y utilísimo Santa Claus. A derecha e
izquierda de los asientos de pilotaje, ocupando la casi totalidad de las paredes
laterales, los depósitos de carburante, agua y gases auxiliares. Todo ello, en
compartimentos estancos, fabricados en una especial aleación de aluminio.
Las juntas y otras zonas que podían verse sometidas a mayores esfuerzos
mecánicos eran de titanio. Bajo nuestros pies, como creo haber comentado ya,
el motor principal y los dos reactores auxiliares y regulables. Los otros ocho
cohetes se hallaban repartidos estratégicamente en las diferentes caras del
módulo. La “popa”, además de la “despensa” y las literas, albergaba
complejos circuitos de radio, de medición ambiental interna y externa y una
batería atómica -tipo SNAP 27-, capaz de transformar la energía calorífica del
plutonio radiactivo en corriente eléctrica (50 W), con una vida útil de un año.
Esta pila, especialmente blindada, era el “corazón” del módulo. Todos los
circuitos e instrumentos, en mayor o menor grado, dependían de ella. No
quiero ni pensar lo que hubiera sido de nosotros de producirse un fallo en el
suministro eléctrico... Como medida precautoria, Caballo de Troya añadió a
los nuevos equipos una batería de espejos metálicos -doce en total-, que.podían ser montados en el exterior de
la “cuna”, aprovechando la radiación
solar y pudiendo generar hasta 500 W (1).
---
(1) Estos espejos, de vidrio con revestimiento de plata, tenían 29,3 cm de
diámetro. Al dorso llevaban adheridas sendas películas de cobre, pudiendo ser
fijados a un estribo de hierro, en disposición azimutal viaxial. Ideado por el
profesor israelí Tabor, el sistema, gracias a la fórmula especular asimétrica y
al desplazamiento del eje de giro horizontal
---
Entre los asientos de los tripulantes se hallaba el núcleo de control de los ejes
de los swivels, esencial para la inversión de masa y el retroceso en el tiempo
(1). Este enjambre de equipos era controlado por el ordenador central -Santa
Claus-, del que ya he hablado (2) y cuya naturaleza nada tiene que ver con sus
“hermanos”, los computadores de válvulas de alto vacío o de estado sólido. La
coordinación de los principales sistemas -propulsión, inversión de los ejes,
barrido visual para vuelos, descensos del módulo, detección y emisión,
controles del medio biológico, alimentación general de los equipos, etc.- era
ejecutada mediante la técnica conocida como “control por retroacción con el
auxilio de computadores” (3).
Y aunque no pretendo extenderme en las siempre difíciles y complejas
características técnicas del instrumental y de los sistemas utilizados, tanto mi
compañero de aventuras como yo mismo sentimos una profunda complacencia
cuando, al revisar el interior de la “cuna”, comprobamos que Caballo de Troya
había accedido a algunas de nuestras sugerencias, de cara a la inminente
exploración. En la “popa”, debidamente acondicionados, se hallaban, entre
otros, los siguientes aparatos y “herramientas”:
Dos microscopios. Uno del tipo Ultropack, de la casa Leilz, muy útil para la
visualización de cuerpos opacos, y el segundo, más complejo, que en aquellas
fechas iniciaba sus primeros pasos en el mundo de la investigación científica:
el denominado de
---
en el centro de la curvatura de la imagen, permitía que toda la radiación
reflejada incidiese en un solo punto. Aunque la capacidad de reflexión del
vidrio con revestimiento de plata era alta -un 88 por ciento-, Caballo de Troya
nos abasteció también de otras planchas de repuesto, a base de acero dulce
plateado y metal electroplateado, con índices de reflexión de 91 y 96 por
ciento, respectivamente. (N. del m.)
(1) Este núcleo de control había sido ubicado en una pequeña cúpula
cilindroide. La “red” del sistema de inversión de masa se extendía sin
embargo a toda la estructura sólida de la "cuna”, incluyendo, naturalmente, la.“membrana" que recubría el
blindaje externo y a la que me referí al comienzo
de este diario. Cualquier partícula subatómica o cuantum energético que se
hallara en dicho recinto era invertido automáticamente, incluidas, por


114
supuesto, las masas de los astronautas, gases, etc. La inversión simultánea de
los ejes orientados de los swivels alcanzaba también a una reducida área del
entorno cortical que envolvía a la nave: hasta una distancia de 0,0329 m. (N.
del m.)
(2) Ver Caballo de Troya, página 64 y siguientes. (N. del a.)
(3) Santa Claus, el ordenador central, operaba en una primera fase mediante
un análisis de las funciones continuas o analógicas. Posteriormente, por un
proceso automático de muestreo estadístico, seleccionaba los parámetros
básicos, efectuando los cálculos digitalmente. De esta forma nos ofrecía una
respuesta definitiva y cuantificada. La fiabilidad de los resultados era
extraordinaria: prácticamente la unidad. (N. Del m.)
---
“efecto túnel” -que procuraré detallar en su momento.- y que resultaría de gran
utilidad para los propósitos de la misión. El considerable peso y volumen del
microscopio electrónico a escansión nos hizo desistir de su instalación en el
interior de la nave.
Además, un microdensitómetro y un sofisticado “interpretador” de imágenes
que contribuirian -y de qué forma!- a lo que, sin duda, fue uno de los más
sensacionales hallazgos de este segundo “salto”.
El “grueso” del nuevo instrumental lo completaban un láser experimental,
destinado a comunicaciones a larga distancia; un aparato miniaturizado de
rayos X de modulaciones guiadas; material termográfico de alta velocidad y
otros “dispositivos” que, como digo, iré desvelando cuando llegue la ocasión.
En uno de los compartimentos de la “despensa” -protegidos a baja
temperatura- fueron incluidos también diversos reactivos y una amplia
muestra de los antibióticos, sulfamidas y otros fármacos sintéticos,
imprescindibles en un clima templado, en especial para combatir posibles
infecciones microbianas (1). Junto a esta generosa representación de la más
moderna quimioterapia -reservada, en principio, de acuerdo con el estricto
código ético de la operación, a los ocupantes del módulo-, el general Curtiss y
algunos de los directores habían insistido en la necesidad de abastecer a la
nave de una cumplida reserva de plantas medicinales. En total, 147 especies
altamente beneficiosas y que, en caso de necesidad y de acuerdo con nuestro
criterio, podían ser sacadas de la “cuna”. La mayor parte de ellas, según los
estudios de nuestros especialistas, se daba en aquellos tiempos en Palestina y
en las regiones circundantes. Su presencia, por tanto, no rompía los esquemas
o el “cuadro” evolutivo del momento. Y debo reconocer que la idea resultaría.muy útil y fructífera... Cada hierba,
debidamente seca, fue introducida en
pequeños frascos de vidrio, etiquetados con el nombre de la planta y la fecha
en que fue recolectada. Santa Claus recibió igualmente una completísima
información sobre la naturaleza, origen y propiedades curativas de todas ellas.
Por último, entre las “novedades” contábamos también con unas valiosas
réplicas de los “cuadrados” astrológicos utilizados por los egipcios en tiempos
de Jesús, así como de una serie de astrolabios asirios -igualmente tallados en
tablillas de madera policromada-, que debían “ayudarme” en mi tarea como
“augur” y “adivino”.
---
(1) Aunque habrá ocasión para hablar de ello, sirva de adelanto que entre
dicho arsenal de medicamentos figuraban, por ejemplo, penicilinas,
aminoglucósidos y aminociclitoles, cefalosporinas, macrólídos y
lincosamidas, tetraciclinas, péptidos, antibióticos antimicóticos, cloranfenicol,
etc. (N. del m.)
---
Pero lo que más llamó nuestra atención fue una caja de acero cuadrada,
herméticamente cerrada, situada también a “popa” y directamente conectada
con el ordenador central. Por más que inspeccionamos sus paredes -de 40
centímetros-, fuimos incapaces de descubrir una sola inscripción o pista que
revelasen su contenido. Al hallarse firmemente atornillada, fue imposible
valorar su peso o intuir siquiera la razón de su presencia en el interior del
módulo. Eliseo y yo, de mutuo acuerdo, interrogamos a Curtiss sobre tan
misterioso recipiente. El general parecía estar esperando la pregunta. Su rostro
se ensombreció fugazmente y, en un tono autoritario, poco común en él,
replicó:
-Lo siento. “Eso” es materia clasificada.. Alto secreto.


115
Y dando media vuelta, se alejó en dirección a la escotilla de emergencia del
foso.
Naturalmente, acatamos la orden. Pero Curtiss sabía que aquella actitud de
sigilo militar sólo podía contribuir a excitar nuestra curiosidad y, tarde o
temprano, a intentar desvelar la misión de tan enigmática caja...
Hacia las cuatro y media, el general retornó a la “piscina”. Ocupados en la
enésima revisión de los equipos de a bordo, no advertimos su llegada. Fue uno
de los ingenieros quien, asomando la cabeza por la escotilla abierta en el suelo
de la “ cuna”, nos anunció que el jefe reclamaba nuestra presencia. Al
descender por la escalerilla hidráulica del módulo nos aguardaba otra sorpresa:
la totalidad del turno de trabajo y otros hombres libres de servicio se habían
reunido frente a la nave. Curtiss, en primera fila y sonriente, sostenía entre sus.manos un cilindro de cristal.
Consultó su reloj y, derrochando satisfacción,
exclamó:
-Muchachos, dentro de siete horas y treinta minutos, si todo marcha
correctamente, iniciaremos la cuenta atrás... Esta vez no estaré físicamente
presente. Vuestra seguridad y la de todo el equipo dependen, en buena
medida, de esta ausencia mía... temporal. Pronto lo comprenderéis.
Bajó los ojos y, haciendo acopio de toda su energía, fue a plasmar en una sola
frase los deseos y sentimientos de cuantos allí estábamos:
-Suerte... y que Él os bendiga de nuevo!
Con la mirada humedecida extendió sus manos hacia Eliseo, haciéndole
entrega del vástago de olivo que contenía la urna.
-Una última súplica -añadió-. Llevad también este retoño y plantadlo en
nombre de los que quedamos a este lado... Será el humilde y secreto símbolo
de unos hombres que sólo buscan la paz. Una paz sin fronteras. Una paz sin
limitaciones de espacio... ni de tiempo. Gracias! Y repito: buena suerte!
Antes de que pudiéramos reaccionar, nos abrazó, abriéndose paso de
inmediato y con celeridad entre los emocionados técnicos del proyecto,
perdiéndose por la escalerilla, rumbo a la superficie de Masada.
Eliseo y yo, con los corazones acelerados, sólo tuvimos fuerzas para musitar
un doble y estremecido “gracias”.. Al igual que ocurriera en el primer
despegue, en la mezquita de la Ascensión, las palabras se negaron a fluir de
nuestros labios.
Restablecida la normalidad en la estación, los directores nos explicaron el
porqué de la inesperada ausencia del general en los últimos momentos de la
fase “roja”.
Días atrás, Curtiss había convencido a Qasim, el jeque beduino que había
plantado su tienda a un tiro de piedra de la plataforma-base del aerocarril-,
para que celebrara una típica cena nómada, justamente en la noche del viernes,
9 de marzo. Los corderos y un sustancioso “presente” -en dólares, claro-,
habían sido decisivos. La finalidad no era otra que mantener a Yefet, el jefe
del campamento Eleazar, alejado de la cumbre de la roca durante la apertura
de la “piscina” y el posterior lanzamiento de la “cuna”.
El capitán israelí y nuestro jefe eran los únicos invitados. Yefet interpretó el
gesto como una manifestación de la tradicional hospitalidad beduina,
aceptando encantado. Por un lado, rechazar la invitación de los shammar
habría sido un insulto. Por otro, la fiesta rompía la monotonía y el duro
enclaustramiento a que se hallaba sometido desde febrero.
A las cinco de esa tarde, una de las cabinas del funicular los condujo a la base
de Masada. Dado que el servicio del aerocarril finalizaba con el crepúsculo,
ambos deberían pernoctar en la tienda nómada. Como precaución extra, el jefe.de Caballo de Troya había
establecido un código en clave, a utilizar en los
siguientes e hipotéticos casos: si algo fallaba en el foso y el despegue del
módulo resultaba abortado, uno de nuestros hombres debería transmitir de
inmediato, a la estación de radio ubicada en la plataforma-base del funicular,
una de las frases de la conversación sostenida entre el doctor Kissinger y la
periodista de la NBC, Bárbara Walters, a propósito del inglés que estaba
aprendiendo Mao Tse-tung:
“Siéntese, por favor.”
Si, por el contrario, Yefet era reclamado inesperadamente a la cima, viéndose
obligado a abandonar la hospitalidad de los shammar antes de la una de la
madrugada del sábado, Curtís tendría que ingeniárselas para salvar los
doscientos metros que separaban la tienda de la estación de radio y comunicar


116
al campamento otra de las frases que nos había recomendado memorizar
durante la visita al generador:
“Eso es más de lo que usted puede decir en chino.”
-Esperemos por el bien de la misión y de todos -convinimos- que no sea
necesario echar mano de ninguna de las dos ridículas frases...
Sin embargo, desde nuestro punto de vista, no todo parecía tan sencillo.
Aunque el peligroso Yefet había sido alejado de la meseta, quedaban otros
veinticinco israelíes. ¿Cómo íbamos a despistarlos? Sobre todo, ¿cómo
neutralizar a los veinte vigilantes? A primera vista, el plan del general era
bueno. Con los dos técnicos encargados del mantenimiento de Charlie no
había problema. Al encontrarse en la cisterna subterránea era improbable que
vieran o escucharan nada anormal. En cuanto al resto -los cocineros y los dos
grupos de vigilantes-, las órdenes eran drásticas. Poco antes de la cena, hacia
las nueve de la noche, uno de nuestros hombres debía infiltrarse en la cocina,
mezclando en el menú, en el agua y en el vino una dosis reducida de
nembutal, un anestésico cuya acción -dependiendo del número de miligramos-se
prolonga entre 30 minutos y 5 o 6 horas. De esta forma, tanto el turno que
iniciaba la vigilancia desde las casamatas oriental y occidental a las diez de la
noche, como el que la abandonaba y que acudía al comedor tras el relevo,
quedarían bajo los efectos del somnífero a los 45 o 50 minutos, como máximo,
de haberlo ingerido.
Con el fin de no levantar suspicacias, la veintena de especialistas de Caballo
de Troya, que terminaba su servicio en la “piscina” hacia las 21.30 horas,
debía acudir normalmente al comedor, compartiendo con nuestros aliados la
cena... y el nembutal. Si al día siguiente, alguno de los vigilantes se decidía a
confesar que se había quedado dormido en su puesto de observación -cosa
poco probable-, descubriéndose quizá que el resto había corrido la misma
suerte, los militares israelíes se verían obligados a reconocer que también los.norteamericanos libres de
servicio sufrieron idéntica “anomalía”. La argucia
no era mala. Sin embargo, confiamos en que la situación no llegase a tales
extremos. En el campamento era un secreto a voces que, en general y a partir
de las once o las doce de la noche, la mayoría de los vigilantes terminaba por
acomodarse en sus improvisados catres, “echando alguna que otra cabezada...”
De no haber sido por la obligada apertura del cierre hidráulico del foso y por
el silbido de los motores del módulo al despegar, quizá aquella serie de
precauciones hubiera sido innecesaria. (Como ya mencioné, la “cuna”
disfrutaba de un sistema de emisión de radiación infrarroja que la hacía
invisible a los ojos de cualquier hipotético observador. Esta fuente energética
radiaba desde toda la “membrana” que, como también expliqué, recubría la
nave totalmente (1).
---
(1) Las funciones básicas de esta “membrana” eran las siguientes:
En primer lugar, como queda dicho, apantallamiento del módulo mediante un
“escudo” o “colchón” de radiación infrarroja (por encima
---
23 horas.
Eliseo cerró la escotilla del módulo.
-Sesenta minutos para el inicio de la cuenta atrás.
-Recibido...
La voz de los técnicos llegaba fuerte y clara. Nuestro siguiente paso fue
enfundarnos los trajes especialmente diseñados para el proceso de inversión de
masa, chequeando en el ordenador el nuevo dispositivo de RMN (1), alojado
en las escafandras
---
de los 700 nanómetros). Este requisito era imprescindible para nuestras
observaciones, no lastimando así el ritmo natural de los individuos que se
pretendía estudiar o controlar.
En segundo lugar, procurar la absorción -sin reflejo o retorno- de las ondas
decimétricas, utilizadas fundamentalmente en los radares. (En el caso de las
pantallas militares israelíes, estos dispositivos de seguridad fueron
previamente ajustados a las ondas utilizadas por tales radares: 1347 y 2402
megaciclos.) Este procedimiento anulaba la posibilidad de localización
electrónica de la “cuna” mientras era elevada a 800 pies, punto ideal para la
inmediata fase de inversión de masa de los swivels. Por último, la


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“membrana” que cubre el blindaje exterior de la nave, cuyo espesor es de
0,0329 m, debía provocar una incandescencia artificial que eliminase
cualquier tipo de germen vivo y que siempre podían adherirse a su superficie..Esta precaución evitaba que
tales gérmenes resultaran invertidos
tridimensionalmente con la nave.
Un involuntario “ingreso” de tales organismos en otro “tiempo” o en otro
marco tridimensional hubiera podido acarrear consecuencias imprevisibles de
carácter biológico. Como información puramente descriptiva, puedo decir que
dicha “membrana” posee unas propiedades de resistencia estructural muy
especiales. Este recubrimiento poroso de la “cuna”, de composición cerámica,
goza de un elevado punto de fusión: 7260,64 °C, siendo su poder de emisión
externa igualmente alto. Su conductividad térmica, en cambio, es muy baja:
2,07113 x 10 Col/Cm/s/oC. (Para esta “membrana” es muy importante que la
ablación se mantenga dentro de un margen de tolerancia muy amplio.) Para
ello se utiliza un sistema de enfriamiento por transpiración, en base al litio
licuado. Además fue provista de una fina capa de platino coloidal situada a
0,0108 m de la superficie externa. (N. del m.)
(1) El fundamento de la RMN se basa en la peculiar característica del núcleo
de los átomos de hidrógeno. Empleando palabras sencillas, vienen a ser como
microscópicos imanes, capaces de originar un fenómeno de resonancia
magnética. Sometiendo dichos átomos a un campo magnético de alta
frecuencia (0,15 teslas), los núcleos de hidrógeno se alínean. Al ser excitados
mediante ondas de radio, dichos núcleos atómicos “giran” sobre sí mismos,
perdiendo la energía inicial en forma de radiación. Esta puede ser captada y
procesada con el auxilio de un ordenador, siendo “traducida” a imágenes.
Nuestro dispositivo RMN -especialmente miniaturizado-, trabajando en un
campo magnético de dos teslas, podía explorar a fondo la totalidad de nuestras
masas cerebrales, interpretando cada órgano y región en tres dimensiones
simultáneas y reconstruyendo los “cortes” en forma sagital, axial u oblicua.
(N. del m.)
---
y que debería “fotografiar” los tejidos neuronales durante el cambio de los ejes
de los swivels. Aquélla había sido una de nuestras “exigencias” para seguir
adelante con la misión. Durante el tiempo infinitesimal de las dos
“inversiones” previstas inicialmente, el sistema miniaturizado de RMN o
resonancia magnética nuclear permitiría un fiel y minucioso seguimiento de la
actividad de nuestras neuronas, aportando, quizá, nueva información sobre el
mal que -estábamos seguros- aquejaba a nuestros cerebros. Santa Claus
verificó e interpretó aquellos primeros “cortes” de la masa cerebral, fijando el
siguiente encendido automático de la RMN a las 24 horas y 45 minutos; es
decir, un cuarto de hora antes del despegue. Ello permitiría -suponiendo que
regresásemos- un análisis comparativo del comportamiento y posibles
modificaciones de los pigmentos del envejecimiento, antes, durante y después.de la inversión axial. Esta
especie de “radiografías magnéticas” son totalmente
inocuas. Sin embargo, el sistema fue rechazado en nuestra primera
exploración. En principio debería de haber sido incorporado a la “vara de
Moisés”, con la misión básica de estudiar el cerebro de Jesús de Nazaret
durante su Pasión y Muerte. Pero, el hecho de que la RMN provoque la
orientación de ciertos átomos en la dirección del campo magnético fue
estimado como una forma de alteración del organismo humano a observar. Y
esto, como quedó dicho, estaba terminantemente prohibido. El sistema,
además, no fue miniaturizado a tiempo y hubo que olvidarlo.
Ahora, en cambio, las cosas eran diferentes. Desde un punto de vista ético no
nos pareció reprobable el intentar estudiar un cuerpo “glorioso” con la ayuda
de la mencionada resonancia magnética nuclear. El empeño, lo sabíamos,
tenía más de sueño que de realidad científica. Ni siquiera estábamos seguros
de la existencia de ese “organismo” resucitado. Y en el caso de que fuera
visible y real, ¿con qué podíamos enfrentarnos?
Pero me doy cuenta que estoy cayendo en la vieja tentación de adelantarme a
los hechos...
23.30 horas.
Sentados frente al gran panel de instrumentos, mi hermano dio comienzo a la
última lectura del ordenador central...
-Medidores del campo gravitatorio...


118
-OK.
-Indicadores de velocidad...
-OK.
-Panel de instrumentos de vigilancia de motores: temperatura de toberas...
-OK.
La revisión concluyó a las 23.40. En realidad, tanto el despegue como el vuelo
y aterrizaje, así como la mayoría de las funciones de abastecimiento, pilotaje,
etc, se hallaban controladas por Santa Claus. Nuestro papel, en consecuencia,
era de meros supervisores o, en casos extremos, de rectificadores.
-00 horas.
-Sesenta minutos para el despegue...
El inicio de la cuenta atrás aceleró nuestra frecuencia cardiaca.
Si hemos de ser sinceros, durante buena parte de aquellos interminables
sesenta minutos, aunque siguiéramos mecánicamente la evolución de los
parámetros de vuelo que suministraba el ordenador, nuestros pensamientos
estaban fuera de la nave. Justamente en la tienda que albergaba la estación de
radio. A aquellas alturas de la noche -ya madrugada del sábado, 10 de marzo-,
a juzgar por las indicaciones de los técnicos que permanecían en contacto con
el interior del módulo, el somnífero hacía tiempo que había surtido efecto,.sumiendo al campamento en un
profundo silencio. En cuanto al receptor-transmisor
de radio, continuaba “maravillosamente mudo”...
E, instintivamente, imaginamos al viejo general, rodeado de beduinos y con
los ojos fijos en su cronómetro.
-00 horas y 30 minutos.
-A 30 para el despegue...
Nerviosamente tecleé sobre una de las terminales de la computadora central,
buscando el último parte meteorológico. Aquellas nubes y el fuerte viento que
amenazaban Masada a primeras horas de la tarde seguían fijos en mi mente.
La respuesta de Santa Claus fue tranquilizadora:
“Temperatura: 11.8 grados Centígrados. Humedad relativa: 81 por ciento.
Velocidad del viento: 11 kilómetros por hora...”
Respiré aliviado.
“... Dirección del viento: 270 grados...”
Había amainado y rolado al oeste.
“... Nubosidad: 7/8. Cumulonimbus. Altitud: 2100 metros. Últimas
precipitaciones a las 20 horas: 1 .6 mm”
Eliseo miró de reojo el monitor y, tras verificar aquellos datos con las
previsiones estimadas por la estación de Kalya, al norte del mar Muerto,
comentó:
-Te dije que no te preocuparas... La “cuna” subirá como una bala.
-00 horas y 45 minutos.
Santa Claus activó el dispositivo de la RMN.
-00 horas y 55 minutos.
-Lista la absorción de ondas decimétricas y el apantallamiento infrarrojo...
Señales de alarma en negativo...
-Controles de graduación de pre-encendido en automático...
-K., muchachos -resonó la voz del control externo-. El cierre hidráulico ha
sido retirado...
-00 horas y 58 minutos.
-Atención!... Ignición a 120 segundos!
-¿Comprobación de silenciadores?
-Roger... Ahí vamos!
-OK... os escuchamos “5 x 5”. Ignición en 60 segundos y sigue la cuenta atrás.
Aquél fue otro minuto interminable. Crucé una mirada con Eliseo. A pesar del
vertiginoso ritmo cardiaco -casi 130 pulsaciones-, sus ojos destellearon con
una luz especial.
Me hizo un guiño y siguió pendiente del panel electrónico, absorto, como yo,
del caudalímetro de carburante y del peligroso e inminente encendido del
motor principal..-45 segundos.
Sobre nuestras cabezas, las negras nubes de desarrollo vertical habían
empezado a resquebrajarse. Y la luna -como un presagio-, apuntando el cuarto
creciente, apareció brevemente, con su afilada forma de hoz.
-Atención, muchachos!... Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres,
dos, uno!


119
Fueron las últimas palabras del control.
-Ignición!
-Roger!... Ahi vamos!
Y el módulo, envuelto en una espesa y blanca nube, fue catapultado hacia los
cielos de Masada.
Los relojes marcaban las 01 horas del sábado, 10 de marzo de 1973.
La aventura había comenzado...
-Vamos!... Vamos!... ¡Arriba!, arriba preciosa!
Los sistemas respondieron con una dulzura casi humana.
-Altitud: 300 pies sobre Masada y ascendiendo a 0,1 por segundo... 350...
375...
-Roger, preciosa, Roger!
Nuestras voces se entremezclaban, cargadas de emoción y nerviosismo.
-¿Lectura del caudalimetro y temperatura de tobera?
-Correctas -replicó Eliseo-, quemando a 5,2 kilos por segundo...
La “cuna” prosiguió su ascenso.
-700 pies... 750... A 50 para nivel de estacionario.
-K, vigila la lectura de Santa Claus...
-Listos cohetes auxiliares!
-Roger... 800 pies!... Maniobra de frenado!
-OK, vamos bien...
-Ajustado nivel de estacionario: estamos a 800 pies sobre la meseta.
-Dame combustible y tiempo de ascensión.
-Treinta segundos desde el encendido... Consumo estimado hasta nivel 8: 156
kilos. Estamos a 99,1 por ciento.
Aquello significaba que contábamos con un total de 16244 kilos de
carburante. más que de sobra para los vuelos de ida y vuelta y para las
maniobras de aterrizaje y despegue. Pero, aunque las comunicaciones con
tierra habían sido cortadas en el instante mismo de la ignición y el módulo se
hallaba apantallado, no convenía prolongar la situación de inmovilidad o
estacionario. En esas condiciones, el consumo de propelentes era siempre
brutal.
-Lista incandescencia “membrana” blindaje exterior...
-¡Roger!... Programada a 5000 grados..-Atención! Activación del sistema de inversión axial a 01 horas y 60
segundos.
-Dispositivo en automático... Dame el “WX”. Quiero saber si necesitaré un
paraguas...
Eliseo agradeció la broma. Aquellos segundos previos a la inversión
simultánea de los ejes de las partículas subatómicas del módulo y de todo
cuanto encerraba en su interior eran siempre de especial tensión. más aún,
cuando ambos sabíamos que los nuevos cambios de marcos tridimensionales
podían acarrearnos funestas consecuencias neuronales.
-WX a 10 millas: visibilidad 6300 BRKN. Viento 190 grados... No hay
variación de velocidad a nivel 8. En altura, por encima de los cumulonimbus,
vientos en 030 a 25. Nivel: 10000 pies (1).
-K, amigo -anuncié a mi hermano-, allá vamos.
-01 horas y 55 segundos...
-Suerte!
-01 horas y 60 segundos.
El computador central disparó el mecanismo de incandescencia del blindaje
externo y, al mismo tiempo, el sistema de inversión de masa, “aniquilando”
todo tipo de gérmenes que hubiera podido adherirse al fuselaje, “lanzándonos”
a lo que
---
(1) “WX” o condiciones meteorológicas. Visibilidad 6300 BRKN quiere decir
6300 pies de altura -base de las nubes-y “BRKN", abre viatura de hrokely
(roto, en inglés), que dichas nubes aparecen rotas en algunas zonas del cielo.
están cubiertos mas de cuatro octavos de cielo. Viento 190 grados: dirección
suroeste. Nivel 8: a 800 pies de altura. Vientos en 030 a 25: que tienen
dirección noreste y que alcanzan una velocidad de 25 nudos o 50 kilómetros
por hora, aproximadamente. (N. del m.)
---
podríamos calificar como “otro ahora” en el permanente fluir del tiempo (1).
Y los ejes del tiempo de los swivels fueron empujados a un ángulo equivalente


120
al retroceso deseado: las 01 horas del domingo, 9 de abril del año 30 de
nuestra Era (2).
Décimas de segundo después, el primitivo sistema referencial (1973) era
“sustituido” por el nuevo “tiempo”. Los cronómetros
---
(1) No es mi deseo desviarme ahora hacia los revolucionarios
descubrimientos de los especialistas de Caballo de Troya en relación
al Tiempo y al Espacio (parte de los mismos ya han sido
someramente descritos). Como simple apunte complementario,.mencionaré algunas definiciones de lo que
nosotros entendemos
ahora como “tiempo”. En el continuo “espacio-tiempo” -erróneamente
concebido aún por muchos físicos-, el hombre no es
otra cosa que una especie de “amalgama” más de ese Espacio; una
“depresión” a través de la cuarta dimensión, que podríamos definir
matemáticamente con 10 dimensiones. En suma, una "masa” con
volumen y tiempo asociados. Para la mayoría de los seres humanos
actuales, ese hombre es un ser de tres dimensiones, que “vive” el
fluir del tiempo a través de una sucesión encadenada de hechos o
sucesos. Para esas personas sólo hay “recuerdos” de acontecimientos
o situaciones pretéritas. El presente es la única realidad y el futuro,
naturalmente, no existe. Nuestros hallazgos han demostrado que esa
concepción es errónea. Pondré un ejemplo: imaginemos todos los
sucesos que ha vivido, vive y vivirá un ser humano a lo largo de su
existencia. E imaginémoslos alineados sobre un eje que represente la
dimensión “tiempo”. Cada acontecimiento aparece con una fecha.
Pues bien, de acuerdo con nuestros descubrimientos, el espacio y el
tiempo se encuentran tan estrechamente vinculados, que, si
fusionamos todos esos sucesos, formando una única imagen,
resultará una extraña “criatura” de cuatro dimensiones (volumen más
tiempo), muy semejante a un “cilindro” o “embutido". Cada
“loncha” o sección será la representación de un suceso. A ese
formidable “tubo” podríamos calificarlo como un “continuo y
permanente presente”. Uno para cada individuo. ¿Y qué representa
un corte o sección de ese “continuo presente”?: un suceso en el que
el ser humano es protagonista. Pero dicho suceso es una mera
ficción. Como sería una ilusión interpretar o creer que la totalidad
del “cilindro” no se puede cortar en rodajas, formando un todo
inviolable.
(2) Echaré mano de otro símil. Supongamos un bosque por el que
serpentea un túnel de cristal o plástico transparente. El interior de
dicho túnel se encuentra repleto de muebles, enseres y objetos de
diversa naturaleza. E imaginemos a un hombre -nuestra consciencia-que
va caminando por él. Es de noche y porta una linterna. A lo
largo de su caminar, el individuo va iluminando los objetos que
encuentra a su paso e, incluso, parte de los árboles más cercanos a
las paredes de vidrio del sinuoso corredor. Sorprendido, nuestro
protagonista llegará a ver otros puntos luminosos (otras linternas),
que no son otra cosa que infinidad de hombres como él, que recorren
sus respectivos túneles. Tanto el pasadizo como el bosque existían ya.antes de la aparición de cada humano.
Sin embargo, el que lo transita
piensa que lo que está iluminando en ese instante acaba de ocurrir en
ese preciso momento. Y lo llama “presente”. Lo que ha dejado atrás
es estimado como “pasado” y los objetos
---
monoiónicos de la nave habían iniciado un esperado y fascinante contaje: “30-
04-09, y la hora real de nuestra “aparición”: 01 de la madrugada. Y ante
nosotros, un maravilloso enigma: 40 o 45 días de exploración... Habíamos
retrocedido 709637 días.
9 DE ABRIL, DOMINGO (AÑO 30)
-¿Todo bien?
Eliseo respondió con un nuevo guiño. Y durante algunos segundos
procedimos al obligado y rutinario chequeo de los instrumentos. Los

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