viernes, 11 de abril de 2014

SANAR TU VIDA: LA REALIDAD DEL CAMBIO por Alejandra Plaza

Todos anhelamos en la vida un propósito elevado: crecer, cambiar, expandir nuestra conciencia y evolucionar firmemente. Entonces la existencia deviene una escuela en la cual aventurarse para aleccionarse y formarse; y no así, en una experiencia tortuosa de sufrimiento y malestar.
LA AVENTURA DE LA VIDA
Disfrutar la experiencia de la existencia ya es una bendición, pero comprendamos que nuestra esencia radica en la eternidad. Esta vida constituye solo un paso para crecer, cambiar, liberarnos de nuestras limitaciones y oscuridad, para adquirir virtudes y elevarnos hacia el amor y la luz.
Requerimos cambios para  conquistar la existencia que añoramos y para perfeccionarnos y retornar a casa, a la eternidad. Sin embargo, cierto, nuestro paso por la tierra trae consigo dolor, pero ello forma parte del plan divino, pues solo así seremos impulsados hacia nuestra transformación necesaria. Siempre se nos presentan dificultades que debemos considerar grandes oportunidades de mutación y desarrollo. Si no aprendiéramos de esas adversidades, la vida nos donaría nuevas experiencias dolorosas para que, al fin, decidamos emprender el cambio y la expansión. Por eso, resulta primordial  considerar a la vida una gran aventura abundante en coyunturas de renovación  y desarrollo.
Solo así cambiará drásticamente nuestra mirada sobre la vida y nuestra presencia en ella. Es decir, cuando advirtamos que cada dificultad y experiencia dolorosa implican una invitación al cambio, y que cada experiencia oscura equivale a una oferta para iluminar más nuestro camino.
NUESTRA VIDA PERCIBIDA DESDE NUESTRA DIVINIDAD
Cuando entendemos con elevación nuestra vida, cada persona, suceso o experiencia, causantes de dolor o satisfacción, cobra sentido: todo resulta ya perfecto y ocupa el lugar y momento correctos, ayudando así al plan que hemos venido a ejecutar.
Así pues, cuando padezcas alguna experiencia dolorosa en ti o cuando alguna persona participe (temporalmente) de tu vida provocando congoja, no te frustres, pues estás disfrutando de una excelente oportunidad de cambio y progreso. Solo pregúntate a ti, a tu Maestro Interior (esa porción de la Magnificencia del Cosmos que habita en ti): ¿Qué debo aprender de esta experiencia?, ¿Qué necesito asimilar de esta relación?, ¿Qué debo dejar ir?, ¿Qué tengo que cambiar?, ¿Qué nuevos recursos personales debo incorporar? De este modo, sumérgete en el cambio, libérate y crece.
Buscar significa cambiar; no es aceptar tu vida o a ti mismo. Al contrario, implica reconocerte más grande que tu humana personalidad: es un acto de valentía y sabiduría, de conexión con tu Fuente.

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